En las democracias contemporáneas, los debates tienen un importante peso mediático; en algunos casos ha sido definitivo, por ejemplo, en Estados Unidos cuando John F. Kennedy le ganó la competencia electoral a Richard Nixon.
En México, el formato acartonado al que han sido sometidos los candidatos presidenciales –por excesos de reglas— no ha incidido de manera trascendente en el resultado final, con excepción de la participación de Diego Fernández de Ceballos que, aun cuando no ganó la elección, sí modificó las tendencias.
No obstante, vivimos una elección sui generis, cubierta por acontecimientos siniestros, que implican la –cada día mayor— influencia del crimen organizado; anteriormente regía la ley de “plata o plomo”, hoy en día la expansión territorial de los cárteles, permite a estos criminales imponer candidatos –particularmente municipales—, en donde su fuerza económica y delincuencial ha crecido exponencialmente, dejando a millones de mexicanos inermes, frente a este cáncer social, que cada día nos aterroriza más.
Por eso, este tema de la inseguridad y la violencia es transversal a todas las propuestas. ¿Que esperamos del debate?
Obviamente el planteamiento de plataformas de gobierno e ideológicas por parte de los candidatos, seguramente con numerosos ataques –válidos o no— que ha caracterizado la guerra sucia en esta campaña. Xóchitl Gálvez adelantó que tiene dos sorpresas.
Para Claudia Sheinbaum, bastará con no moverse mucho, en la rígida disciplina que ha mantenido en su aburrida campaña; para Xóchitl Gálvez es la oportunidad de demostrar su carisma, su capacidad oratoria y su seriedad, como una verdadera opositora. Jorge Álvarez Máynez espera poder demostrar que tiene capacidades y calidades para estar en la contienda, para él todo es ganar, pues su posición en las encuestas es muy baja.
Otro propósito es que, al menos el 70% de los ciudadanos, voten en esta elección y que muchos abandonen el desinterés y la abulia que les ha propiciado éste ya largo tiempo de campaña, en que la población ha sido bombardeada –una y otra vez— por propaganda fútil, en el que no se ha reflejado el interés apasionado de un pueblo que requiere un cambio de su destino.
Mañana domingo estaremos pendientes, con la esperanza de que la campaña cobre mayor ímpetu e interés.
Las encuestas, hasta hoy, reflejan una ventaja del oficialismo que se desmiente con la reñida contienda por las gubernaturas, en que la oposición –al parecer— ganará la mayoría. Debate habemus.
POR ALFREDO RÍOS CAMARENA
CATEDRÁTICO DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UNAM
PRESIDENTE DEL FRENTE UNIVERSITARIO LATINOAMERICANO (1958-1962)
VICEPRESIDENTE DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA
MAAZ