HIEL Y MIEL

Violencia comunitaria

De estas conductas insensibles sabemos que están directamente relacionadas a una inmadurez funcional en las áreas prefrontales del cerebro

OPINIÓN

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Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La violencia humana se expresa de muy aterradoras maneras: violación, asesinato, secuestro, tortura y, desde luego, el linchamiento; todas estas son formas graves de violencia. Cada una de estas expresiones de falta de empatía surgen de un nicho sociopsicológico distinto, pero en todas hay un rasgo común: la falta de capacidad para identificarse con las víctimas y la indiferencia por el sufrimiento ajeno. De estas conductas insensibles sabemos que están directamente relacionadas (junto con otros complejos factores sociales) a una inmadurez funcional en las áreas prefrontales del cerebro y en el sistema especular, el de las llamadas neuronas espejo, cuya finalidad es, precisamente, hacernos comprender al de enfrente como a nosotros mismos.

Cuando se nos cae el celular no sentimos ningún dolor por lo que está “padeciendo” el aparato y eso es normal. Las personas con conductas antisociales que vejan o eliminan a otro ser tienen el mismo desapego por los seres vivos que los empáticos con los objetos. Eso es atroz, pero sucede y sólo así es como comenzamos a descifrar qué pasa por la cabeza de un torturador o en medio de un linchamiento. Todo el complejo mecanismo de los circuitos neuronales de la corteza cerebral no está funcionando adecuadamente.

Muchos investigadores se han interesado en conocer más sobre las funciones corticales premotoras, encargadas de planear y ejecutar acciones como de tomar un objeto, soltarlo o atacar a alguien y muchas más.

Se conoce que estas zonas juegan un importante papel dentro de las capacidades necesarias para la vida social, como la empatía, la compasión, o sea la capacidad de ponerse en el lugar de otro. Poder inhibir conductas que violenten a los demás, depende en buena medida de esa zona cortical detrás de nuestra frente. La neurología, la psiquiatría y la psicología tienen aún mucho que investigar al respecto. Todo lo anterior complementa al conjunto de importantes factores sociales que desde luego juegan un papel muy importante en la generación de conductas agresivas y destructivas.

No olvidemos entonces que existe una violencia comunitaria, social y personal que está lista para aparecer y actuar en el momento que un estímulo adecuado despierte la parte más básica de nuestro cerebro para que este se olvide de su evolución cortical que tantos miles de años ha costado a los sapiens.

La violencia incontrolable que se vive actualmente en nuestro país (los asesinatos de más de 183 mil personas, las desapariciones de más de 40 mil y los 1,600 linchamientos del 2016 a la fecha) está fomentada y muchas veces generada por liderazgos políticos que incitan a la xenofobia y al odio, al desprecio al diferente visto siempre como un enemigo. El exceso de controles por parte de los poderosos o la ausencia de ellos son estímulos muy eficaces para desencadenar las reacciones enardecidas y tumultuarias y casi cualquier forma de violencia.

Mientras no se respete al otro y por lo tanto a la ley, no habrá paz ni convivencia democrática, lo que más necesitamos en México y en el mundo. 

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

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