En la Era digital, los datos personales se han convertido en uno de los recursos más valiosos. Cada clic, cada búsqueda y cada interacción nutre la huella digital de cada cibernauta. Una de las técnicas computacionales más importantes para el mejoramiento de los entornos digitales es la Inteligencia Artificial (IA).
La IA es un algoritmo que desarrolla máquinas capaces de razonar, aprender, crear y tomar decisiones autónomas como seres humanos en los entornos digitales. Este importante programa informático está logrando una creciente incidencia en la sociedad global que va desde los sectores comerciales hasta el estado de salud de las personas.
Pese al importante avance en la ciencia de datos y el Big Data, preocupa el tratamiento masivo de datos personales pues resultan en el insumo principal para el funcionamiento de este avanzado sistema algorítmico.
Las personas en la Web conceden voluntariamente el acceso a su información personal. No obstante, recientemente un equipo de investigación de la Universidad ETH de Zúrich advirtió que los chatbots como ChatGPT son capaces de deducir y extraer información personal sensible de las conversaciones en línea.
Si bien es cierto que la IA juega un importante papel en la transformación digital de la sociedad, también plantea inminentes desafíos en términos de protección de datos personales. Los algoritmos, alimentados por los datos sensibles, podrían ser utilizados para crear perfiles detallados de individuos, anticipar comportamientos futuros e incluso influir en decisiones críticas, como las relacionadas con empleo, crédito o servicios de salud.
Parte de esa preocupación motivó al Parlamento Europeo a adoptar el pasado 13 de marzo del presente año, la primera Ley de Inteligencia Artificial en el mundo y se prevé su entrada en vigor en mayo. Entre otras cuestiones, regula la categorización biométrica de información sensible, la captura indiscriminada de imágenes faciales para bases de datos, la manipulación del comportamiento humano, la transparencia algorítmica y la obligación a explicar el funcionamiento de la IA.
Por su parte, en México, se cuenta con 19 iniciativas para regular ciertos aspectos de la IA tales como la ciberseguridad, neuroderechos y la tipificación de delitos. Sin embargo, aún faltan importantes esfuerzos para resolver el rezago legislativo y aprovechar la experiencia internacional.
Finalmente, es importante no perder de vista que la adopción de medidas debe alcanzar un punto de equilibrio entre innovación, desarrollo, IA y Derechos Humanos; siempre bajo el eje rector proactivo y ético de la privacidad desde el diseño y por defecto. Así como la transparencia algorítmica, la responsabilidad y la rendición de cuentas. Así como garantizar la equidad y la no discriminación en la toma de decisiones automatizadas. Además, debe proporcionar a los individuos un mayor control sobre sus datos y el derecho a ser informados y consentir el uso de los mismos.
POR ARÍSTIDES RODRIGO GUERRERO GARCÍA, COMISIONADO PRESIDENTE DEL INFO CDMX
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