DEFINICIONES

Revivió

Xóchitl Gálvez está de vuelta en el juego. Ayer volvió a ser ella. Su estrategia en el segundo debate fue más certera. Conectó varios golpes

OPINIÓN

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Manuel López San Martín / Definiciones / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Xóchitl Gálvez está de vuelta en el juego. Veremos qué tanto mueve la aguja el segundo debate, pero ayer conectó varios golpes. Volvió a ser ella. 

Fue al debate echada para adelante, sabiendo que el tiempo se le agota y que no hay mañana. No era momento de guardarse nada, si quería llegar con vida al domingo 2 de junio. 

La candidata presidencial de la alianza PAN-PRI-PRD echó toda la carne al asador. Contrastó y atacó a Claudia Sheinbaum desde el arranque, lo mismo con los Panamá Papers (donde la familia de la candidata morenista apareció), el agua sucia en CDMX (de la que llevó una muestra notariada), su patrimonio (una casa que según Gálvez habría “invadido” y luego “borró”), y golpeó a la 4T con un tema que duele a millones: la extorsión, que afecta lo mismo a comerciantes de pollo en el Edomex que a productores de aguacate en Michoacán. 

Sheinbaum no quería debatir. Y era lógico hasta cierto punto: es la puntera. Su estrategia -como en el primer debate- era administrar la ventaja que le dan las encuestas, sin confrontarse y estacionarse en sus propuestas, sin responder a los ataques. Pero ayer, a diferencia de hace tres semanas, no fue suficiente. Las interrupciones de Xóchitl asegurándole que “miente” provocaron un contraste evidente. Sheinbaum quedó atrapada entre los señalamientos de Gálvez y la necesidad de defender al gobierno del presidente López Obrador. No lucía cómoda.

El juego de la candidata de oposición fue más acertado esta vez. No dejó pasar oportunidad de lanzar dardos que no siempre fueron respondidos.

No se distrajo en lo que no le sumaba. Minimizó a Jorge Álvarez Máynez, a quien no dedicó demasiado tiempo. Y también tuvo espacio para la ironía -“cuando fuiste a Chiapas, ¿qué pensabas, que era Dinamarca?”, le dijo a Sheinbaum-, pero no perdió la dureza en los señalamientos: “narcopartido”, acusó a Morena. Y mostró al partido de Sheinbaum como adulador de la Santa muerte, con la ya famosa playera. Terminó yendo más allá: “narcocandidata”, dijo a la exjefa de gobierno. Pegó además con el tema del robo de afores y datos sobre aumento en pobreza y deserción escolar.

Ayer el contraste fue más obvio. Para la candidata del PAN-PRI y PRD el eje fue la disyuntiva verdad-mentira, vida-muerte y libertad-autoritarismo. En esa narrativa, ella avanza. 

Xóchitl fue ella y se le vio cómoda. A diferencia del primer debate, trajo la batuta. Logró descolocar a Sheinbaum que en el encuentro anterior resistió los embates. Ayer la exsenadora volvió a ser la que se hizo de la candidatura, la férrea opositora que conecta con quienes no quieren más 4T y rechazan al gobierno de AMLO. Eso necesitaba para entusiasmar a los suyos. Y eso requería, para seguir teniendo vida en la contienda electoral. 

Sigue abajo en las encuestas, sí, pero se levantó de la lona, se puso los guantes y está de nuevo en el ring. 

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN

M.LOPEZSANMARTIN@GMAIL.COM       

@MLOPEZSANMARTIN

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