MALOS MODOS

Una gallina sacrificada en el Senado

Hay una cosa que decir en favor del legislador que sacrificó a una gallina en el Senado

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hay una cosa que decir en favor del legislador que sacrificó a una gallina en el Senado en, parece, dice, honor a Tláloc y a algunas otras deidades, en lo que, también al parecer, era el Día de la Lluvia.

En efecto, sacrificar a una gallina en la cámara alta o en donde sea es una aberración, con o sin usos y costumbres, con o sin camisa bordada y con o sin disparates argumentativos como lo de la “deuda histórica” con los pueblos originarios, una cosa que ni existe ni debería existir: una sociedad civilizada no cobra supuestas deudas imputables a personas que ya murieron, porque esas deudas son deudas intrínsecamente impagables.

Para subrayar lo obvio: no son deudas; son, en el mejor de los casos, chantajes que nada tienen que ver con la necesidad muy tangible de voltear hacia las muy malas condiciones pasadas, pero sobre todo presentes, de las comunidades indígenas, y que han absorbido con sorprendente falta de resistencia intelectual y moral ciertos sectores del progresismo chairo y hasta del no chairo.

También es aberrante que alguien pretenda que es legítimo cometer semejante estupidez, una estupidez cruel, en un terreno común. En el lugar que, se supone, es de todos. Porque, a despecho de lo que piensen el presidente y sus senadores a modo, el Senado es, al menos en lo simbólico, territorio de todos los mexicanos. Estaría bien que nos explicaran entonces por qué tenemos que aguantar, todos, esos espectáculos.

También es aberrante que la carnicería haya sido perpetrada por un personaje como Adolfo Gómez Hernández. Ya lo conocíamos por la ramplonada de negarse a pagar la entrada en Montalbán, con el argumento de que lo construyeron sus ancestros, y, sobre todo, por comentarios discriminatorios sobre los “mestizos” de este país. Gómez, para decirlo en una palabra, es un representante del fascismo indigenista, el etnonacionalismo, una aberración que ha pasado de las periferias lunáticas, su entorno natural, a la cámara.

Un signo de la Cuarta Transformación, que no está marcada por esa agenda, pero que le da lugar. Ya que estamos, este episodio grotesco sirve para recordarnos lo muy, pero muy cuestionable que es el rollo de los referidos usos y costumbres, con su violencia tradicionalista y su machismo en nombre de a saber qué pasado. Como se ha repetido hasta el cansancio, no son las gallinas ni sus únicas víctimas, ni las más habituales, ni por supuesto las más graves.

Con todo, decía al principio, hay algo que se puede decir en favor de Gómez. En el país de las presas secas, el huachicoleo de agua y el agua con a saber qué clase de derivado del petróleo; en el país de los bloqueos por vecinos desesperados y las pipas carísimas; o sea, en el país de la escasez, Gómez es el único representante del transformacionismo que se ha molestado en hacer algo.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

MAAZ