COLUMNA INVITADA

“Nostalgia: Hallando Consuelo en la Memoria”

Desperté con la sensación de nostalgia, sin estar segura de hacia dónde me llevaría el día

OPINIÓN

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Mónica Salmón / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Desperté con la sensación de nostalgia, sin estar segura de hacia dónde me llevaría el día. Había pasado mucho tiempo sin tomarme pausas. Manejé sin rumbo durante un largo tiempo, incapaz de apartar mis pensamientos de Eligio, el personaje de la novela “Ciudades Desiertas” del gran escritor, José Agustín, que en paz descanse.

Recibí este libro como regalo de mi editor al presentar mi novela “Olvidaré tu Nombre”. Esta obra me hizo reír a carcajadas, acompañándome en esta ciudad aparentemente desierta en la que vivo por ahora, y sobre todo me llevó a recordar a Gustavo Sainz. Lo conocí de niña porque su esposa fue una amiga del alma tanto de la infancia como de la adolescencia de mi madre. Abrí con timidez “El Tigre Blanco”, que era parte de la colección de libros de mi madre.

Estoy sentada con una cerveza mexicana en la mano izquierda, sumergiéndome cuidadosamente en una historia que me recuerda a las amistades de mi madre. Observo a mi alrededor y pienso en la frase de José Agustín que menciona: “Estados Unidos está poblado de cuerpos que son como fantasmas”. No quiero convertirme en uno, por eso leo a mis autores, bebo cerveza mexicana y busco desesperadamente el sabor del mole, la salsa verde y la sensación de estar de vuelta en mi pasado.

Mi artículo se ve interrumpido por una llamada, es un amigo de mi infancia que me dice que vio la columna que publicó la escritora Mónica Lavin sobre mi libro. 

En ese instante siento un profundo agradecimiento que me haya dedicado su columna. Me alegra la noticia, su llamada 

Han pasado 27 años desde la última vez que nos vimos. Me pregunta: 

¿Recuerdas cuando leíamos bajo el sol de Cuernavaca en mi hamaca “La Ética de la Razón Pura” para tu examen de filosofía? Me hacías leerlo porque te daba flojera hacerlo sola”.

Me río recordando un momento que había olvidado por completo. Pero lo que sí recuerdo perfectamente son los sándwiches que preparábamos con queso azul y queso crema. Un chocolate con leche y muchos hielos en la licuadora mientras mirábamos las estrellas.

Desde que la vida se volvió más seria, dejé de mirar las estrellas y de darle forma a las nubes. Me pregunta qué estoy haciendo en este momento y le comparto que estoy escribiendo un artículo. Se aclara la garganta y me dice: “Te voy a dictar algo importante apunta: Queridos terrícolas, vengo desde muy lejos para decirles que nada, absolutamente nada de lo que se preocupan, es importante. Tómense más tiempo para ustedes, respiren y dense cuenta de ello”.

En ese momento, exhalo liberando esa sensación abrumadora. Respiro aire fresco, tomo conciencia de mi respiración. Él continúa: “No subestimen el poder del aquí y del ahora. Moniquiux, vengo desde una estrella muy lejana para decirte eso. Sólo me tardé 27 años”. Entonces pienso que todo está conectado, que es cuestión de no distraernos. Miro el libro de Sainz y pienso en mi mamá, que ahora es polvo de estrellas, y le prometo comer más sándwiches con queso crema y mirar más hacia el cielo. 

El mensaje resonó en lo más profundo de mi ser, recordándome que el tiempo es relativo y que el aquí y el ahora son los únicos momentos que realmente existen. ¿Qué significado tiene nuestra existencia? ¿Cómo podemos encontrar nuestro propósito en medio de tanto ruido y preocupaciones?

Creo que la única manera de encontrar esas respuestas es aprender de los que ya se fueron y dedicarle más tiempo a las cosas con alma, como observar las estrellas.

POR MÓNICA SALMÓN

PSICÓLOGA Y ESCRITORA

@MONICASALMON

MAAZ