Estamos a menos de dos meses del inicio de la Copa América, un torneo donde la selección se enfrenta contra equipos ya conocidos de la misma confederación que México, la Concacaf, al igual que combinados de la Conmebol, confederación que se considera de mejor calidad.
Este campeonato será una gran prueba para el grupo de Jaime Lozano que, gracias al fracaso en la final de la Nations League contra Estados Unidos, le ha dejado un sentimiento de decepción y frustración a la afición mexicana.
Partidos contra Ecuador y Venezuela determinarán realmente el nivel que tiene este equipo, especialmente el duelo ante los ecuatorianos, que en los últimos años ha aumentado su calidad de juego.
Pero la conversación del mal desempeño de la selección parece ser que sucede cada par de años. Se juzga al equipo por uno o dos malos torneos; se gana una Copa de Oro, y parece ser que a la afición se le olvida el deterioro del equipo. Debería de haber una introspección más profunda; Estados Unidos ya nos sobrepasó en términos futbolísticos.
Lo que se vio en la final de la Nations League fue evidencia de que la distancia en calidad entre las dos selecciones está creciendo. Esto también se está empezando a reflejar en las Ligas domésticas de los dos países.
La Concacaf Champions League ha demostrado que los equipos grandes de México, como el Monterrey, Tigres y América, todavía son mejores equipos a comparación de los equipos de la MLS, pero, en promedio, la calidad de los clubes estadounidenses está mejorando bastante.
Mientras la Liga MX tiene una importación constante de extranjeros, la MLS ha mantenido reglas para no llenar sus equipos de extranjeros para asegurar el desarrollo del talento local.
El torneo local mantiene reglas donde los mejores equipos prefieren jugar con hasta siete extranjeros en su 11 inicial. La supuesta solución a esto, La Liga de Expansión, que fue alterada al quitar el ascenso y descenso para darle minutos a los jóvenes, ahora se asimila a un purgatorio deportivo.
Es preocupante ver que pocos equipos le den minutos importantes a canteranos por darle preferencia al talento sudamericano en el mercado, menospreciando el trabajo, desarrollo y talento que hay en el país.
Al final, estas decisiones también se reflejan en torneos internacionales de las categorías menores, torneos Sub 23 o Sub 20, donde llevamos equipos repletos de jugadores que siguen jugando en la cantera contra selecciones en las que sus jóvenes debutan en ligas profesionales a los 17 o 18 años.
Tiene que haber un cambio drástico en la estructura del futbol mexicano, y en el desarrollo de jóvenes en el país. Esto es para competir contra naciones como Estados Unidos que nos están dejando atrás. Se necesita sacrificar el corto plazo para dar oportunidad de rejuvenecer una liga y selección que están sufriendo.
La Copa América 2024 puede ser un buen lugar para empezar la preparación para el Mundial de 2026, y darle prioridad al futuro del futbol mexicano.
POR GABRIEL HERMOSILLO
COLABORADOR
GABOHERMO2@GMAIL.COM
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