COLUMNA INVITADA

“El Maestro y su escriba” de José Antonio Lugo

... ¿qué era la traición sino una especie de fidelidad a uno mismo y a las propias pasiones? José Antonio Lugo

OPINIÓN

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Luis Ignacio Sáinz / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

José Antonio Lugo es un ser gramático, lo que antes denominábamos “hombre de letras”, a despecho de las actuales limitaciones respecto del género y lo políticamente correcto, cuya existencia se define por el desplazamiento perenne de lo bello y lo sublime, lo perverso y la transgresión, la poesía y la prosa. Ha incursionado con pie firme y mente lúcida en la narrativa, el ensayo, la astrología y el discurso político. Dada la belleza y profundidad de su estilo nos debía una acometida de mayor fuste: una novela, y ha saldado la deuda con la aparición de “El Maestro y su escriba” (2023, El tapiz del unicornio). 

Toda ficción está preñada de realidad, al mismo tiempo que nuestra circunstancia fenoménica aloja imaginarios sin fin. El autor nos comparte su visión expansiva del oficio de postular universos vicarios: “...sólo dentro del espacio mágico de la literatura es posible comprender lo que no se puede expresar sin las palabras y al mismo tiempo, generar las condiciones de la evocación y la nostalgia”. La historia que nos comparte, entonces, guarda asideros con su propia biografía; puntos de contacto entre la trama construida como liberación de la influencia del emblemático hacedor de ficciones, fábulas y gestas analíticas, tributo y parodia a un sujeto que ejercía la docencia de cabo a rabo, en las aulas, las páginas de libros y revistas, y en los trances de la vida misma.

No se menciona la identidad del protagonista, pero se reconoce a Juan García Ponce (1932-2003) en la figura del Maestro. Flotan en el ambiente referencias que aluden sin pudor a una etapa axial de la vida cultural de México a través de uno de sus ejes de gravitación, comprometido como pocos intelectuales con la crítica y el disenso cual horizonte ético. En la vida del yucateco y en su glosa de ficción, la enfermedad ocupa un sitial de honor que trasciende lo doliente al establecer un corpus demoledor de prejuicios, buenas conciencias e hipocresías varias. El autor-personaje sobrevive porque da su batalla día a día, por escrito y perversiones mediante, así terminen limitándose al voyerismo conforme avanzaba la arterioesclerosis múltiple. 

En la fantasía verosímil, con un mohín de humor negro, los síntomas de la degradación corporal son engañados con un erotismo destructor: el asesinato de seres cercanos al Maestro y su generación, perpetrados en complicidad con Olivia la escriba, consciente del dominio seductor que padecía, quien: “Había vivido cosas inimaginables, pero no imposibles”. Escalada de violencia: el accidente de la activista francesa Catherine Moreau, la contratación de “los forzudos” para el asesinato del escritor y diplomático veracruzano Sergio Paredes, el atropellamiento de la cuentista dominatriz Inés... 

Ecos y resonancias de Thomas de Quincey, así como apostillas a las visiones límite de Klossowsi, su hermano Balthus y Bataille, quienes con una legión de heterodoxos pululan en secreto a lo largo de “El Maestro y su escriba” de José Angonio Lugo. Territorio donde se expía el pasado y se inventa el porvenir, saciándose las urgencias del deseo y los apetitos de la conciencia, trasfondo donde se dictan dos volúmenes: uno sobre las liviandades de Conchita en el psiquiátrico, otro de relatos sobre los fallecimientos anhelados. La lectura de la novela es una obligación lúdica. 

POR LUIS IGNACIO SÁINZ

COLABORADOR

SAINZCHAVEZL@GMAIL.COM 

MAAZ