COLUMNA INVITADA

Una tregua para la humanidad

Como humanidad, somos más, mucho más, que representantes de un ideología o clase social

OPINIÓN

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Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Como ya lo sabrán aquellos que leen mis columnas, me considero un amante empedernido de los deportes.

Las olimpiadas tiene un valor especial para mí, y creo que frente al caos, la violencia y el odio que impera hoy en el mundo, me parece que los Juegos Olímpicos de Paris 2024 nos pueden servir como una suerte de tregua para apaciguar tanto encono… Al menos eso anhelo en medio del sinsentido que nos rodea.

Los juegos olímpicos se distinguen de otras competencias deportivas por su eminente carácter universal, humanista y de fraternidad.

Sin ánimo de demeritar a otros deportes, porque cada uno tiene lo propio, siempre he pensado en las olimpiadas como un evento que trasciende la esfera del deporte y que de formas similares al efecto que provoca el futbol, pero en un nivel distinto, consigue que, aunque sea por un mínimo espacio de tiempo, los seres humanos podamos reconocernos en el otro.

Este año, los juegos se celebrarán en una de mis ciudades favoritas del mundo: Paris. Ya en otro momento he hablado sobre la profunda admiración que le guardo al pueblo francés, a su cultura, su idiosincrasia, su filosofía y cosmovisión del mundo, entre otras cosas.

Por esa y otras razones, esta edición de los juegos oriundos de Olimpia, Grecia, me parece muy significativa y ojalá sirva de escaparate para recordarle al mundo, pero sobre todo a los líderes políticos con mayor influencia, que como humanidad somos más, mucho más, que representantes de una ideología, integrantes de una etnia o religión, minoría sexual o clase social.

Ignoro cuál vaya a ser la narrativa política que predomine en estos juegos, pero sin temor a equivocarme, considero que los grandes mensajes que estaremos escuchando tendrán que ver, irremediablemente, con el deseo unánime de paz.

No soy ingenuo y estoy claro que la retórica a veces machacona, cursi, excesivamente solemne e incluso cliché que suelen prevalecer en los discursos de políticos, atletas y figuras públicas de relevancia en este tipo de eventos, forman parte del protocolo. Sin embargo, nuestro momento histórico actual nos obliga a hacer uso de esos recursos a veces cansinos.

Y espero que si esto es así, no se recurra a la banalidad y se termine frivolizando un llamado a la acción que es urgente. El llamado a la reconciliación.

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El pasado 16 de abril se encendió la llama olímpica, como indica la tradición, en la ciudad donde nacieron los juegos. Llegará a suelo francés el 8 de mayo y después de una viaje de 68 días por el país galo, encenderá el pebetero olímpico, instalado en el Jardín de las Tullerías, el 26 de julio y con ello dará inicio a la justa deportiva que reunirá a más de 10,500 atletas, que se enfrentarán a más de 329 pruebas en 32 disciplinas deportivas diferentes.

Reconozco sin pudor alguno que las olimpiadas de Paris 2024 me entusiasman sobremanera y si mis deseos antes mencionados suenan ilusos o demasiado optimistas, entiéndase que como ser humano necesito un respiro. Todos lo necesitamos.

En los próximos meses, sin omitir la delicada coyuntura nacional y global por la que atravesamos, me permitiré escribir un poco sobre los pormenores del evento como una suerte de válvula de escape para mí y para ustedes, mis lectores. Espero con ello contagiar un poco de esperanza y fe en esos que llamamos humanidad.

POR JAVIER GARCÍA BEJOS

COLABORADOR

@JGARCIABEJOS

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