HIEL Y MIEL

Todos contra todos

Un país de libertades, diverso y democrático no es un país donde todos estemos así; es más bien una nación donde quepamos pacíficamente todos

OPINIÓN

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Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Lamentable el ambiente de encono y división que envuelve a nuestro país. Lo digo como ciudadana y especialmente como psicóloga.

Una parte de los mexicanos estamos hartos de los pleitos, del ojo por ojo, del escalamiento de los conflictos. No hay día que no nos sorprenda un insulto más vil hacia los otros, un rencor acendrado hacia el oponente y una descalificación al adversario más terrible que la anterior. 

Esta situación se ha ido exacerbando en este sexenio debido en buena medida a la polarización inducida día tras día desde Palacio Nacional. La confrontación, el odio y el afán de destruir instituciones se han ido apoderando, como si fueran virus, de muchos en nuestro territorio. 

No hay populismo que no se beneficie usando esta poderosa herramienta: divide y vencerás, como dice un muy antiguo refrán; los líderes carismáticos son expertos en hacerlo y con gran éxito, no nos lo cuentan, lo estamos viviendo. 

Los politólogos hablan de las fracturas políticas, que dividen a un país en dos y que permiten la consolidación de los autócratas. Disminuir, pero no exterminar al adversario político, es también parte de la jugada populista.

Para el disfraz democrático que muchos gobiernos autoritarios requieren se necesita una oposición debilitada, casi en terapia intensiva, decaída, deprimida, asfixiada, que apenas pueda sobrevivir con respiración artificial.

Por ello, la acusación diaria, la descalificación cotidiana de los que no piensan como el autoritario de Palacio se vuelven imprescindibles para cumplir sus propósitos hegemónicos. 

Por tanto, el gran tema, el más importante de todos y lo que está en juego hoy es ¿en qué clase de país queremos vivir? ¿Qué tipo de Estado buscamos para nuestro presente y para el futuro? Hay que caer en cuenta que las respuestas a estas preguntas las estamos construyendo hoy con nuestras posiciones y actitudes.

Un Estado democrático existe por la confluencia de muchos factores como las elecciones limpias y transparentes, la independencia de los tres Poderes; como la fortaleza de sus instituciones; como la existencia de órganos autónomos que generen contrapesos. Quisiera detenerme en la importancia de la independencia del Poder Judicial. Además de todo lo anterior, no hay democracia posible si no se respeta la ley y prevalece la impunidad.

No olvidemos que la seguridad y la justicia son compañeros inseparables que siempre deberán de caminar de la mano y sumar esfuerzos para conseguir el control de la violencia y finalmente las libertades y la paz. Pareciera por momentos que todo esto se ha olvidado en México y en muchas otras partes del mundo.

En Filipinas, el presidente Duterte llenó el Tribunal Supremo de jueces y magistrados afines a su voluntad, cosas parecidas y aún peores han sucedido en Rusia o en China donde Xi Jinping se ha atrevido a decir que “jamás se deberá transitar a la división de poderes o a la independencia judicial”. Me rehúso a aceptar lo anterior.

Un país de libertades, diverso y democrático no es un país donde todos estemos contra todos, es más bien un país donde quepamos pacíficamente todos. 

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

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