Hace un mes Donald Trump estaba en la cumbre de la política estadounidense. El exmandatario había logrado ya, y sin problemas, la candidatura presidencial republicana, pendiente sólo de la consagración ritual, a mediados de julio en Milwaukee.
Trump tenía una pequeña, pero clara, ventaja en las encuestas de opinión pública, y era marcado como favorito para ganar los comicios de noviembre por encima del presidente Joe Biden, que a sus casi 82 años de edad es calificado por los republicanos como débil para ser reelecto.
Pero hoy, el magnate enfrenta una de las situaciones más humillantes que puede atravesar un político de EU, para no mencionar a un personaje que como el empresario y político ha hecho frecuente alarde de su importancia y su riqueza.
Trump está ahora en el principio de un juicio en torno a acusaciones de haber falsificado registros financieros de su empresa para esconder pagos ilegales, específicamente a dos mujeres que mantienen haber sostenido relaciones sexuales con él, la actriz pornográfica Stormy Daniels y la modelo Karen McDougal, así como a un exempleado que promovía una historia sobre un hijo de Trump fuera del matrimonio.
En términos reales, lo que estará en discusión es su vida sexual y su relación con las mujeres, un tema que en 2016 fue la fuente de innumerables historias negativas y en 2024 amenaza con mantenerlo atado por semanas a procedimientos en NY.
La acusación no es federal, sino del estado de Nueva York, que sería la parte ofendida por los trucos contables que habrían sido usados por Trump y sus contadores.
El tema es lo suficientemente desagradable como para ser considerado como un potencial impedimento para la elección de Trump: casi la mitad de los estadounidenses –incluso un número de republicanos– considera que una condena por haber falsificado registros para ocultar pagos ilegales lo incapacita éticamente para gobernar al país.
Pero la división de opiniones es un reflejo de EU.
De acuerdo con una encuesta reciente, sólo unos tres de cada 10 estadounidenses sienten que Trump es tratado de una manera justa y sólo dos de cada 10 tienen extrema o mucha confianza en que los jueces y jurados de los casos en su contra puedan ser justos e imparciales.
Aún así, la mitad de los estadounidenses consideraría que Trump no es apto para ocupar el cargo de Presidente si es declarado culpable.
Los números en todo caso coinciden en general con el apoyo "duro" de Trump, que disfruta del respaldo incontestable de alrededor de 30 por ciento de la población, un sector en el que hay una desconfianza considerable contra el gobierno.
La situación es tanto más inconveniente para Trump porque debe comparecer personalmente mientras el juicio esté en marcha –y apenas se halla en sus prolegómenos–, y recordará a muchos votantes, en especial mujeres, algunos de los aspectos más polémicos del aspirante presidencial, en especial su misoginia.
POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
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@CARRENOJOSE
MAAZ