COLUMNA INVITADA

Layda y su laberinto

Layda Sansores es la gobernadora de Campeche, es el cargo que ostenta, pero no el que honra

OPINIÓN

·
Rubén Moreira Valdez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Layda Sansores es la gobernadora de Campeche, es el cargo que ostenta, pero no el que honra, pues igual un día prepara una coreografía, como otro lo dedica a escribir una oda al Presidente de la República. Uno de sus productos más acabados es el colorido Martes del Jaguar, un programa de variedades que sirve para polarizar a la sociedad campechana y subir a la picota del escarnio a enemigos, amigos y mirones.

Layda es hija de Carlos Sansores, un belicoso exgobernador y ex dirigente nacional del PRI. Ella salió del tricolor cuando no le concedieron la candidatura al Gobierno de su estado, pero eso no la desanimó, e intentó, en cuatro ocasiones y por diversos partidos, sentarse en la silla que ocupó su padre. Su linaje y sus arrebatos cayeron bien al obradorismo, y la impulsaron a crecer en el ahora bando morenista. Hay que recordar que, en esas huestes, importa más la lealtad que la capacidad, y en lo primero la campechana ha dado muestras que llegan a lo sublime.

Desde hace semanas, en el otrora tranquilo estado, se vive una crisis. Es claro que Layda apuesta a que el tiempo solucione el conflicto y tal vez suceda; pero su imagen y la capacidad de gobernar quedaron minadas por la intolerancia ante la crítica y la poca empatía con los reclamos legítimos de una población que, de manera pacífica y ordenada, ha mostrado su solidaridad con las y los policías de la comunidad.

Dice el 18 Brumario de Luis Napoleón que la historia se repite dos veces, la primera como una tragedia y la segunda como una comedia. Guardando la distancia de personajes y contextos, hoy Campeche padece un gobierno que emula “Ensalada de locos”, aquel programa de Lechuga, Suárez y el Loco Valdés.

En síntesis, el conflicto es resultado de un deficiente operativo realizado en una prisión, mismo que terminó en un motín y una agresión a la policía. Después vino la reacción y el malestar de servidores públicos y población en general.

A Layda la salva, por el momento, la memoria de su padre, el control que tiene sobre el Congreso y el apoyo de Obrador; sin embargo, ya perdió su paso por la historia. En su sentencia queda consignada su frivolidad, soberbia, misoginia e ineptitud; pero, sobre todo, su pésima vena poética, que dicen, evoca a Nerón. Sus ridículas y chabacanas coreografías reviven ejercicios dancísticos que, según la leyenda, efectuaban las tribus caníbales de la polinesia.

En fin, nada es para siempre, pronto la Sansores y su equipo se mudarán a otra ciudad, dejarán historias parecidas a las que se cuentan de los dictadores de países bananeros. La ofensa para Campeche es grande, a un pueblo de cultura y trabajo le cayó de pronto un gobierno de chunga y matraca.

POR RUBÉN MOREIRA VALDEZ

COORDINADOR DEL PRI EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS

@RUBENMOREIRAVDZ

MAAZ