OTROS ÁNGULOS

¿De quién es esa mano peluda?

En el país vivimos donde nada garantiza expresiones verdaderas. Mentimos sin cesar ni remordimiento, mentimos porque nada nos obliga a decir la verdad

OPINIÓN

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Raúl Cremoux / Otros Ángulos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Tiempo atrás, Sara Sefchovich escribió sobre México, País de mentiras (ed. Océano), y en 434 páginas nos hablaba de cómo nuestros días transcurrían entre mentiras, cuya parte definitiva se engendraban, provenían y se dilataban en la parte gubernamental.

¿Esto ha mejorado? Para nada, es mucho peor. La de antier es una muestra —por si fuese necesario—, de quien es fuente de lo dicho, el presidente López Obrador. Anticipándose al segundo debate electoral, que será el 27 de este mes, declaró que espera en esta ocasión el Instituto Nacional Electoral “sí juegue limpio y no meta la mano peluda, como ocurrió en el primer debate”. Sí, él, quien ha hecho gala de lo que es intervenir en la elección y que ha ameritado 74 causales violatorias, nos habla de manos negras y peludas en el ejercicio electoral.

En el país vivimos donde nada garantiza expresiones verdaderas. Mentimos sin cesar ni remordimiento, mentimos porque nada nos obliga a decir la verdad. Esta falta de respeto a ser honestos, no es lo usual ni existe el marco necesario, obligado, para ajustarnos a ser honestos.

¿Cuántas veces hemos escuchado al presidente decir “yo tengo otros datos”, como respuesta a afirmaciones que le formulan reporteros y analistas? Eso, en el mejor de los casos, ya que cualquier afirmación sobre las tareas de Estado  o simples declaraciones, al escucharlas, las llevamos al terreno de la duda. La distinción entre lo verdadero y lo falso no existe entre nosotros. El mundo de la verdad es un pantano y se cimenta en relaciones reversibles. De tal engendro se nutren nuestros días. Quien afirme lo contrario, miente.

“…en mi experiencia siempre hay  mano negra en los debates” (dixit presidencial). Recordó que en el primer debate, desde su punto de vista, todas las preguntas formuladas por la población, lo mismo desde el norte, el centro o el sur del país, estaban orientadas: “Qué casualidad que todas coinciden en que está mal la educación, que está mal la salud o que hay mucha corrupción.  Que cuiden eso, porque no nos estamos chupando el dedo…” Las preguntas fueron realizadas por personas concretas, provenientes del pueblo; no las hicieron analistas ni personas de Dinamarca, Costa de Marfil o Andorra. Si sus interrogantes fueron en ese sentido, no tenemos por qué cambiarlas o alteradas porque a un señor no le gusta.

San Agustín, el obispo de Hipona, quien afirmaba que el hombre era bueno por nacimiento, era intratable con relación a la mentira: “Mentir es expresar lo falso con la intención de engañar… la boca que miente mata el alma… es con la verdad como se desenmascaran a los ruines y perversos”. Kant  aseguraba que la mentira destruye la legalidad y excluye al derecho. Es, además, un moralismo cínico y corrupto.

Finalmente, AMLO recomendó a los aspirantes (ojo Claudia) no hacerle caso al 100 de sus asesores y no hacer nada que no gusten. Es decir, mientan porque nada pasa si lo hacen. Faltó añadir : “La  mano peluda ya está en el debate”.

POR RAÚL CREMOUX

ESCRITOR Y PERIODISTA

@RAULCREMOUX

MAAZ