LA MANIGUA

Por mi raza hablará el espíritu

Según Vasconcelos fue creado para avivar la convicción de la UNAM de que “la raza elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libres”

OPINIÓN

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María Ghersi / La Manigua / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Temprano bajo las escaleras para preparar café. Mis pasos son escuchados por mis hijos, o así creo que empieza el día, la mamá pasa, zapatea, y dependiendo del humor, toca puertas, canta, aplaude, saluda o reclama pendientes. Es una manera de estar presente.

Quizás es una alarma que quiere decirles que ahí estoy, que existo, que por más que duerman con las puertas cerradas, yo los sé, los siento, los pienso, estoy. A todo padre o tutor le gusta pensar que sí, que los sabe, pero solo hay destellos que nos hacen tener una intuición muy afilada, entonces las recomendaciones y apoyos llegan a buen puerto, pero también hay silencios que nos desvían de empujarles como se quisiera.

Los temas de los hijos se dividen en miles de variantes y están claramente clasificadas, cada sección ocupa también una carpeta en el cerebro y el alma y se ordena bajo prioridades. Las de carácter emocional, confieso, son mi debilidad, pero la adolescencia me ha dado tantos golpes que finjo administrarlas (sin éxito).

El tema “futuro” es una carpeta enorme que se desarrolla entre sueños, caras felices, adultos sanos y realización, todas palabras que se traducen al “éxito” en términos formales, pero yo prefiero llamarle “oportunidad”, las palabras y frases grandilocuentes se me hacen fantasiosas a estas alturas y en este presente digital que embarga toda forma de palpar el mundo. Creo más en la carcajada que es la inmensa oportunidad del alma de reírse de sí misma o junto a otros y volver a empezar la vida cuando sea. Cada día, cada semana, cada tanto.

Así, entre creencias, amor y enormes equivocaciones, uno merodea por la vida de sus hijos con una prudencia falsa pero inquebrantable, se gradúa uno con disimulos actorales que precisan premios, con el conocido discurso de que se forjen solos, se equivoquen y se repongan a todo, fuente inapelable de voluntad necesaria en los procesos que llevan a logros importantes, como esos que queremos vivan con toda intensidad, el paso por una casa de estudios que los confunda y aclare a la vez,  los rete, les abra el mundo y los haga sentir vivos y locos por el mañana.

El país que la vida le regaló a mis hijos, mitad venezolanos, es este enorme territorio que fundó la Universidad Nacional Autónoma de México a principios del Siglo XX, cuyo lema reza “Por mi raza hablará el espíritu” que según Vasconcelos fue creado para avivar la convicción de la UNAM de que “la raza elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libres”.

La UNAM, una de las Universidades más reconocidas del mundo en un país que expresa públicamente, en todo discurso desde hace décadas, que el derecho a la educación pública les pertenece a todos y además, entre sus siglas engalana la autonomía. Nada más emocionante que presentar el examen de admisión a la UNAM. ¿Emocionante? ¿Motivante?

Les pregunté a todos con el disimulo acostumbrado. ¿Crees que vayas a quedar en tu carrera?, todos respondieron que no, que era muy difícil. A algunos les corren ya los 21 años de edad, han intentado en todos los lugares posibles, muchos no pudieron seguir pagando una universidad privada y lo que más les noté fueron las enormes ganas que tienen de comenzar, de vivir la vida universitaria con todas sus letras. Autónoma, libre, pública, esa que por la raza le hablará al espíritu.

Miré de soslayo los ojos de mi hijo, como quien quiere y no. Sentí silencio, a la vez vi esperanza, júbilo, terror, inseguridad, potencial, oportunidad, emoción y un signo de pregunta en su frente que confunde con su personalidad desafiante ¿Quedará en la carrera en la que se imagina de adulto? ¿Hablará su espíritu?, ¿Cuántos de sus amigos sólo pueden apostar por la UNAM?, los mismos a los que se les promete cada día el derecho de la educación pública.

Otra vez no decir palabras huecas, este terreno es solo de él, pero si saca el máximo puntaje y no queda no podré seguirle diciendo en el partido de Pumas que ese es su equipo porque esa Universidad es suya.

¿Es suya?

¿Es de todos los jóvenes mexicanos con esperanzas?

¿Es de todos los jóvenes que no tienen más opciones que presentar el examen por cuarta vez?

POR MARÍA CECILIA GHERSI

COLABORADORA

@MACHIXBLUE

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