El asalto a la embajada de México en Ecuador es calificado en el mundo como un acto de barbarie, que ni los dictadores realizan. Pero para el presidente Daniel Noboa fue una decisión estratégica para mandar un mensaje de fuerza contra la corrupción, que también responde a una hipotética reelección en 2025.
En octubre, Noboa, de 36 años de edad, tomó el mando de Ecuador, tras una campaña convulsa –que derivó en la muerte de un candidato presidencial–, después de que el hoy expresidente Guillermo Lasso convocará a elecciones anticipadas al enfrentarse a un proceso de destitución por acusaciones de malversación de fondos.
Pero la crisis de corrupción en los gobiernos ecuatorianos no es de ahora, Jorge Glas Espinel, la manzana de la discordia diplomática, fue parte del primer gabinete de Rafael Correa como jefe del Fondo de Solidaridad en 2007, a partir de ahí tuvo un crecimiento dudoso y meteórico.
Cuando fungía como vicepresidente, en 2017, fue condenado a ocho años de prisión por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, tras varios fallos judiciales y gracias a un recurso de habeas corpus Glas consiguió la libertad condicional en 2022, a la mitad de su condena.
Sin embargo, los procesos judiciales continuaron su marcha y el político fue citado por la justicia a finales de 2023 para responder por otro caso de corrupción asociado al manejo de fondos, tras el terremoto que había ocurrido en la provincia de Manabí siete años antes.
Ante lo inevitable, decidió en diciembre refugiarse en la embajada mexicana –territorio soberano– para pedir asilo político, que le fue otorgado por el gobierno mexicano unas horas antes de su detención, el pasado 5 de abril. Es la razón por la que Noboa decidió irrumpir en suelo mexicano para no dejar escapar a Glas.
El mandatario justificó su medida, a todas luces reprobable, argumentando que “rechaza cualquier tipo de impunidad a criminales, delincuentes, corruptos o narcoterroristas”. Pero Glas no es el primero que se asila en esa embajada, lo antecedieron los políticos Soledad Buendía, Gabriela Rivadeneira y Carlos Viteri, todos viajaron a México.
Noboa es parte de una nueva generación de mandatarios jóvenes no políticos, que está imponiendo su propia forma de gobernar. Otro caso es el de Nayib Bukele, en El Salvador, a quien le llovieron las críticas por la forma de tratar a las pandillas, pero hoy su popularidad entre los salvadoreños está por los cielos.
Las medidas extremas de estos mandatarios son criticables e incómodas, rompen esquemas de la diplomacia elemental, esto obligará al contexto mundial a reformar la procuración de paz y el respeto entre naciones, el ignorarlo puede desatar una era de anarquía, lo que pasó en Quito es solo una muestra.
Daniel Noboa tiene otro frente abierto en su lucha contra grupos del narcotráfico en Ecuador, ligados a cárteles mexicanos, quienes ya le respondieron con una serie de 30 ataques coordinados, uno de ellos, a una televisora que transmitía en vivo, por eso hoy gobierna bajo la figura de “conflicto armado interno”. Él no baja la guardia.
POR ISRAEL LÓPEZ GUTIÉRREZ
COLABORADOR
ISRAEL.LOPEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
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