PORTAZO

La ONU y la OEA ahora sí sirven

De crítico, ahora el Presidente lleva su queja a esos organismos internacionales antes descalificados, en pos de la justicia reparadora de los agravios sufridos tras el asalto a la embajada de México en Quito

OPINIÓN

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Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

El asalto a nuestra embajada en Quito ha sido indudablemente, y por extraña paradoja, el momento cenital de la política exterior mexicana.

Primero colocó a México en un punto de visibilidad no logrado antes.

Segundo, le dio al gobierno la condición de víctima, con lo cual, se ganó un respaldo internacional, nunca antes logrado, y borró de un día para otro toda una larga temporada de dislates.

Eso sin contar con la súbita santidad de la embajadora Raquel Serur y el encargado, Roberto Canseco. 

A la hora del asalto —del vil asalto; del estúpido asalto, del ilegal asalto—, la embajadora ya había sido declarada no grata para el gobierno. Por eso Canseco, encargado de la embajada, defendió la plaza con el vigor de Narciso Mendoza, el niño artillero del sitio de Cuautla, o de Vicente Guerrero, cuando dijo: la patria es primero. Faltaba más.

También hizo posible la conversión presidencial.

De crítico de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de Estados Americanos (OEA) —es un bonito edificio en Nueva York, pero no sirve para nada, dijo alguna vez de la primera; y ya ni se repitan las lindezas contra la segunda—, ahora lleva su queja a esos organismos internacionales antes descalificados, en pos de la justicia reparadora de los agravios sufridos.  

Y al grito de “¡A México se le respeta!”, instruye a la señora Bárcena, nuestra secretaria de Relaciones Exteriores, para darle al secretario general, António Guterrez, una espada de fuego para expulsar de la ONU a los ecuatorianos, e impedir el futuro allanamiento de alguna otra embajada de cualquier otro país acreditado en Ecuador.

Pero hoy la ONU ya no es sarcásticamente en bello edificio de Nueva York, dominado por el conservadurismo bueno para nada; no, tal y como ocurre con la OEA, en Washington. Ahora ésta es un templo de la solidaridad, pues por más de 30 votos sus integrantes le dieron la razón  a México, y la primera es el órgano bajo cuyo cobijo opera del Tribunal Internacional de Justicia.  

Y a ese tribunal ha acudido México con su querella y ante sus integrantes ha pedido la expulsión del Ecuador, lo cual fue respondido sibilinamente por Guterrez con un sencillo, señora (le dijo a Bárcena), la pertenencia de un Estado en la ONU depende de la Asamblea General.

Pero como el granizo ya está caliente, México pide en época electoral —ante los antes inservibles organismos internacionales— una y mil formas de reparar el daño, mientras el motivo de todo esto, el pillo Jorge Glas, se declara en huelga de hambre.

Y como dijo la primera ministra de Reino Unido Margaret Thatcher, y Noboa podría repetir: no se puede obligar a nadie a comer.

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

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