COLUMNA INVITADA

Debatir

No quedaron ideas del debate y ni siquiera alguno quedó en la lona, como se esperaba que ocurriera

OPINIÓN

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Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

No sé qué estuvo más aburrido, si el debate presidencial o las mesas de postdebate (en muchas de ellas, irónicamente, no había mujeres, a pesar de que la próxima Presidenta de México será mujer).

Los “opinionólogos” los saben todo, o eso creen. Pontifican desde una ficticia atalaya y lo hacen en su propio “diálogo de sordos”, como si solo hablaran para otros “opinionólogos” igual de sobrados de sí mismos como ellos.

Me asalta, además, una pregunta, en la política contemporánea, ¿para qué demonios sirven los debates? Creo que para muy poco. Muchos de los que ven un debate lo hacen sólo para corroborar lo que ya creían y no mueve su preferencia electoral. Es conspicuo lo que pasó en la primaria republicana en Estados Unidos: Trump no asistió a ningún debate y dejó que sus contrincantes se dieran con todo.

Al final salió vencedor por un margen enorme y “vio caer como soldados de plomo” a todos los que aspiraban a sustituirlo como candidato a la Casa Blanca. ¿Biden aceptará debatir? ¿Trump irá sabiendo que lo van a tundir y que el debate será no sobre los últimos cuatro años, sino sobre su siniestro legado: el 6 de enero, los derechos reproductivos mermados o cercenados y el regreso a un oscurantismo en materia de derechos civiles que el país creía superado.

Pero además del debate en sí —con una audiencia mínima, por la campaña mexicana por la presidencia parece no interesar a nadie—, la pregunta nada ociosa sería quién vio esas mesas cansinas donde todos saben más de lo que les enseñaron.

El debate, escribió alguien más incisivo en Twitter, lo ganaron los memes (especialmente el cero a la izquierda que es Álvarez Máynez y quien llenó las redes sociales con chistes sobre su propio humor involuntario y su forzada sonrisa). No quedaron ideas del debate y ni siquiera alguno quedó en la lona, como se esperaba que ocurriera con la puntera, Claudia Sheinbaum. Si algo queda del ejercicio banal es la constatación de que una candidatura de ese tamaño le queda grande a Xóchitl Gálvez.

Y por eso vuelvo a “Nuestra Señora la Opinión”. Ese mal contemporáneo que sustituye a la verdad. Todos creen que su opinión es la válida y que por eso invalida a las de los demás. Nadie escucha ya. Nadie conversa. Nadie debate, ni en el debate.

Vivimos en mundo en donde la opinión (“doxa”) es más valiosa que la verdad (“aletheia”), verdad que parece haber dejado de existir. ¡”Nuestra señora la Opinión” es la Diosa tutelar de la sociedad del espectáculo porque nos hace sentir una última ilusión: estamos en el mundo en tanto nuestra opinión cuenta (nueva moraleja si todas las opiniones cuentan igual es porque ninguna vale un bledo)! Este es un mundo, además, de irascibles.

Todos, sin excepción, nos sentimos muchas veces al día ofendidos. Por eso sigo siempre a Roberto Calasso, cuando afirma que “El altar de la opinión es el lugar común. Cada vez que un lugar común es pronunciado (…) se abre de nuevo la vorágine originaria y se dividen los elementos.

León Bloy sugiere la definición del lugar común como inversión paródica de un “theologou´menon”: ‘Sin saberlo, los burgueses más inanes son tremendos profetas, no pueden abrir la boca sin sacudir los astros y los abismos de la luz son invocados inmediatamente por los abismos de su estupidez’”. La literatura y el verdadero pensamiento deberían estar siempre en guerra contra el lugar común.

Vivimos hoy según “La escuela de cada quien”, producida por la ilusión realista, cruzamos ya la puerta de la nada. En 1941 Jean Paulhan decía que podían distinguirse dos tipos de literatura: “la mala, casi ilegible (que se lee mucho) y la buena que no se lee nada”. Sesenta y siete años después podemos afirmar sin empacho que no se puede distinguir ya entre bueno y malo en un mundo donde todo es falso. Y añadamos, el buen pensamiento y el mal pensamiento. ¿Quién se atreve a pensar y por ende a disentir hoy día?

Mientras esto ocurre, mi credo es el mismo de Krista Trippet cuando afirma: “La grieta en el medio donde las personas de ambos lados se niegan absolutamente a ver al otro como malvado, aquí es donde quiero vivir y lo que quiero ampliar”.

POR PEDRO ÁNGEL PALOU

COLABORADOR

@PEDROPALOU

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