DESDE AFUERA

México indignado: es justo

Toca a Ecuador hacer reparaciones. Toca al régimen de Noboa disculparse por un abuso que a final es una ofensa contra México. Pero no creo que lo haga

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Contado en una justa indignación, el presidente Andrés Manuel López Obrador rechaza todo lo que no sea una solidaridad completa ante el agravio cometido por la Policía de Ecuador al invadir la Embajada de México en Quito y arrestar ahí al exvicepresidente Jorge Glas, refugiado por asilo político, y acusado por la actual administración de actos de corrupción.

El gobierno de López Obrador lleva el caso a las Naciones Unidas, a la Corte Internacional de Justicia, a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y aunque no le guste, hasta la Organización de Estados Americanos (OEA).

La indignación mexicana es justificable. Técnicamente se trató de una invasión armada del territorio mexicano, durante la que se amenazó con pistolas al que hubiera sido encargado de negocios, el ministro Roberto Canseco. Los videos presentados por el gobierno mexicano son un testimonio brutal. 

Políticamente es un desastre mayor para el gobierno del presidente Daniel Noboa y un bono para el mandatario mexicano.

La invasión fue una respuesta desmedida, inexplicable, a lo que pudiera haber quedado como otro incidente menor en la ya larga saga de declaraciones excesivas por parte de mandatarios latinoamericanos. 

Las expresiones de AMLO sobre la elección de Noboa fueron propias de un comentarista, aunque haya sido una interpretación ideologizada de hechos reales, pero no tanto de un Presidente que ha sido tan prudente en cuanto a los igualmente cuestionables procesos electorales en Nicaragua y Venezuela. 

La reacción ecuatoriana había sido más o menos normal, aunque la declaración de Non Grata contra la embajadora Raquel Serur pareció excesiva y olió más a mensaje ideológico, dado que se trata la viuda de Bolívar Echeverría, un distinguido filósofo marxista ecuatoriano-mexicano y su política de puertas abiertas a exfuncionarios de izquierda preocupados por su situación en un gobierno derechista como el de Noboa –incluso algunos de ellos ahora en posiciones influyentes en el gobierno mexicano–.

Pero eso no es nuevo. México ha sido un punto tradicional de asilo para elementos progresistas latinoamericanos y no desde hace más de un siglo; díganlo si no León Trostky, los republicanos españoles, o el ahora grupo jumex (judíos mexicanos), Fidel Castro y el Che Guevara, centroamericanos, dominicanos, chilenos y argentinos... No es la primera vez que personas políticamente acusadas de delitos del fueron común buscan asilo en México ni la primera vez que lo obtienen, porque toca al país receptor hacer el juicio sobre su situación.

Es parte de nuestro ethos y nuestro orgullo. Por eso hay más unidad que disensión respecto a la indignación creada por el absurdo incidente de Quito y la jurídicamente absurda argumentación del gobierno ecuatoriano.

Toca a Ecuador hacer las reparaciones necesarias. Toca al régimen de Noboa disculparse por un abuso que al final es una ofensa contra México y contra usos y costumbres reguladas por el Derecho Internacional. Pero no creo que lo hagan.

POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS 

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM            

@CARRENOJOSE

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