Tengo el honor de contar con la colaboración en este artículo de Arlenziu Tapia Sánchez, amiga y activista de los derechos de la mujer.
Tenemos que hacernos conscientes de la problemática. De acuerdo con la ONU: invertir en las mujeres es acelerar el progreso. No obstante, mundialmente existe un déficit anual de 360 mil millones de dólares en medidas de igualdad y bienestar de la mujer y sólo el cinco por ciento de la ayuda gubernamental se destina al problema de la violencia de género. En prevención, se invierte menos del 0.2 por ciento.
Esta deuda se refleja, invariablemente, en las terribles cifras. En México, en los últimos nueve años, han sido violentadas más de 800 mujeres cada día.
Historias reales como la siguiente, que suceden diariamente, nos deben abrir los ojos y llevarnos a la acción.
"Un mensaje de WhatsApp confirma que dos amigas, víctimas de violencia de género siguen vivas. Desde hace varios meses, todos los días por la mañana envío mensajes a dos de mis mejores amigas. Los textos no tienen nada de especial. Frases ordinarias como: “Que tengas bonito día”, “Te quiero”, “Cualquier cosa, aquí estoy”.
Parecen mensajes felices porque siempre van acompañados de emojis sonrientes o corazones, pero nada dista más de la realidad. No les escribo porque soy una amiga dedicada que le guste saludar. Les escribo porque vivo aterrada. Porque cuando no sé de ellas en horas o en días… ¡pienso lo peor!
Lo escalofriante es que detrás de estos aburridos saludos matinales se encuentra el miedo de que hayan sufrido violencia la noche anterior: una de ellas vive con un abusador, mientras que la otra ha denunciado el acoso de su expareja, que lleva meses amenazándola de muerte, sin que el Estado le haya brindado atención.
En un país donde diariamente once mujeres son asesinadas por hombres con quienes tuvieron un vínculo sexo-afectivo, aquellos que juraron amarlas, tener la certeza que mis amigas están a salvo no es paranoia, sino una realidad helada y cruel.
Ellas no se conocen. No tienen vidas parecidas. Una es soltera, otra casada y con hijos. Sin embargo, ambas comparten algo en común: son víctimas de violencia de género. Viven con miedo, desesperación e impotencia. Ninguna de ellas se siente segura en su propia casa.
Pero el caso de mis amigas, no es un asunto aislado. En 2022, con datos de la ONU, aproximadamente 48 mil 800 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas o familiares en todo el mundo y cerca del 25 por ciento de las mujeres se sienten menos seguras en su propio hogar, el lugar donde deberían tener más paz".
¿Cuánto tiempo más se debe vivir así? Este 8 de marzo, día internacional de la mujer, debemos unirnos para transformar realidades como estas en historias de paz y sororidad y, juntos, forjar el futuro que todos estamos anhelando.
POR JOSÉ LUIS AYOUB Y ARLENZIU TAPIA SÁNCHEZ
COLABORADOR
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MAAZ