COLUMNA INVITADA

Inicio de campañas presidenciales en México: los matices y el fondo

El arranque de la contienda electoral y el discurso de las candidatas refleja nítidamente la correlación de fuerzas con la que entran a la recta final de esta etapa

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

El inicio de las campañas políticas, (de manera formal), hacia la presidencia de la república, ha iniciado el pasado 1º de marzo de este año con tres aspirantes, todos distintos unos de los otros, los cuáles han cimentado sus expectativas de gobierno, entorno a su concepción de cómo debería ser el futuro del país para los siguientes años. Esta visión por supuesto, ha sido matizada por sus equipos de campaña en búsqueda de ser más atractiva para los electores.

En medio de este contexto, el arranque de la contienda electoral y los discursos de las dos candidatas que se disputan la titularidad del ejecutivo nacional (y que además son las que lideran las preferencias electorales), Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, refleja nítidamente la correlación de fuerzas con la que entran a la recta final de esta etapa en la batalla por el poder político.

La abanderada de Morena ha presentado una lista de 100 acciones o intenciones que expresan con claridad un mensaje pensado para el momento electoral en el que se encuentra. En este sentido, se deja entrever que no asumirá riesgos, ni transitará por rumbos desconocidos hacia la meta. Así se puede apreciar desde el inicio de sus propuestas y sus discursos. Por lo tanto, no puede negarse que existe un indudable cálculo político en los temas y en el énfasis con que los presentó, pero también, existe una proyección de las intenciones que desea imprimir a su gestión como mandataria. El tema central de su plataforma política será administrar la ventaja y no entrar en zonas de alto riesgo o que simbolicen un potencial riesgo para su proyecto de gobierno.

De entrada, estas primeras cien acciones demuestran ser una propuesta más tecnológica y global de lo que representaría apuntalar la infraestructura estratégica a nivel nacional como son puertos, carreteras, aeropuertos, trenes de carga y pasajeros, entre otros.

Al respecto, existen tres temas que claramente constituyen un valor agregado con relación a la administración obradorista: educación y cultura, medio ambiente, mujer y familia, aunque quizás y de acuerdo con las últimas horas en que se redacta este artículo, se debería subrayar la estrategia de seguridad que también ha sido presentada y que denota un cambio sustancial en el diseño e implementación de sus capacidades organizativas y estructurales.

En esta misma lógica, prácticamente la mitad de las acciones propuestas giran en torno a este esquema de ejes que, para ser honestos, tuvo una relevancia menor en las prioridades del sexenio que termina. Los ejes arquitectónicos sobre los que descansa este nuevo plan de gobierno simbolizan un acierto. En primer lugar, porque modernizan y actualizan, sin contradecir, la tarea de Amlo.

En segundo lugar, porque tratan de profundizar en un aspecto crucial (como lo es, la seguridad), para garantizar el círculo virtuoso del crecimiento económico para los siguientes años en el país, el cuál debe pasar, sí o sí, a través de la certeza y la tranquilidad económica y social hacia los inversionistas extranjeros.

Hasta ahora, el enorme reto para la candidata oficialista es que lo pueda hacer a su manera. Que su estilo personal de gobernar logre trascender en el tiempo por medio de su originalidad y el éxito de sus resultados.

Así mismo, también existen otros dos elementos que pintan con claridad, el tipo de presidencia que comienza a perfilarse. Por un lado, la ausencia de anuncios de obras de espectacularidad mediática como el tren maya, la refinería de dos bocas o el IFA, que tanto gustan a los mandatarios, porque los lleva a creer que constituirán para la posteridad una materialización de su paso por el poder.

En su lugar, lo que la candidata de Morena ofreció, es un fortalecimiento desde abajo de la infraestructura carretera, ferroviaria, digital y la refundación del tema del agua, todo lo que, en conjunto, es la obra negra, imprescindible para el desarrollo integral del país. Un poco como ponerse a fortalecer los cimientos, de una casa en lugar de adornarla bonita y luego se derrumbe. Esta decisión puede no ser impactante a primera vista, pero es la única forma de alzar un edificio fuerte y de manera redituable.

En contraposición lo de Xóchitl Gálvez, parece ser más mediático y opaco en su esencia, porque al ser una candidata con notoria desventaja, está más obligada a ceñirse a una estrategia arriesgada, más artificial que lógica en su estructura argumentativa.

Este personaje, podría caer en la tentación de hacer de la nota roja y la violencia, el caballito de batalla de su campaña, alejándose de esta manera del camino de las propuestas y la construcción de las ideas que tanta falta les han hecho a las campañas políticas en las últimas décadas. Hasta ahora, la candidata de la oposición ha mencionado que construirá una prisión que provoque miedo al más puro estilo de Bukele en El Salvador. Ha firmado de igual forma, con su propia sangre, el compromiso de continuar, e incluso profundizar los programas sociales que se dispersan en la actualidad. También ha mencionado que “se acabaron los abrazos a los criminales y la Ley será la Ley”. Todas esas promesas muestran que el tema central de su campaña girara en torno a dos ejes: la seguridad y los programas sociales.

Como puede apreciarse, las dos fuerzas políticas que se disputan el poder terminan apelando a un programa que dice priorizar a los pobres. Para una es la vocación la que dice definirla, para otra, es una exigencia del diseño de campaña la que la ha llevado a matizar y enarbolar el combate a la pobreza como uno de los ejes principales de su campaña.

Lo cierto es que, hasta ahora, el debate de las ideas carece de esencia en cuanto a los métodos que habrán de llevarse a cabo, para tratar de realizar las promesas que ambas candidatas referían por todas partes del territorio nacional. Es tiempo de competencia electoral y también de que los ciudadanos se informen y participen en los comicios, pero también, en la construcción de un mejor país para todos. 

POR LUIS MIGUEL MARTÍNEZ ANZURES
PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

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