COLUMNA INVITADA

Apocalipsis Now

Cuando tomó posesión como presidente en su desastroso primer término, Donald Trump pintó un panorama sombrío

OPINIÓN

·
Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Cuando tomó posesión como presidente en su desastroso primer término, Donald Trump pintó un panorama sombrío, hablando de carnicería, violencia, destrucción. Los votantes eligieron reemplazarlo con Joseph Biden, quien a pesar de haber sacado adelante temas como la economía (ante una posible recesión y una inflación rampante) es visto como demasiado viejo o no apto para reelegirse.

El lunes la Suprema Corte por unanimidad declaró que Trump debía estar en las boletas electorales de todos los estados. Poco antes había aceptado “escuchar” el caso federal que lo acusa de insurrección, logrando indirectamente que tal juicio probablemente no ocurra antes de las elecciones o nunca. Ese es el verdadero apocalipsis anunciado, la profunda guerra antidemocrática que su regreso a la Casa Blanca supone.

El llamado “Super Tuesday”, sin embargo, dejó claro con la salida de Nicky Hailey, que la contienda será otra vez entre los dos viejos rivales. Una parte del electorado que votó por Biden y que no se define como demócrata leal, a decir del analista electoral Nathan Cohen, lo está abandonado y una reciente encuesta coloca a Trump ya por encima de Biden por dos dígitos.

Por supuesto que muchas cosas pueden cambiar de aquí a noviembre, pero un segundo término de Trump es más que posible. Seis estados -aunque Biden ganase, como Hilary Clinton el voto popular- van a decidir de nuevo el rumbo de Estados Unidos y del mundo.

Tras el Super Tuesday de 2024, el discurso de victoria de Donald Trump en Mar-a-Lago captó la atención tanto de sus seguidores como de sus críticos, resaltando su resiliencia e influencia continua dentro del Partido Republicano a pesar de enfrentar importantes desafíos legales y políticos.

En su discurso triunfalista del martes por la noche en Mar a Lago, Trump se presentó como una víctima de persecución política, enfatizando su compromiso de defender la nación contra lo que él considera fuerzas destructivas.

Este mensaje encontró eco entre su audiencia, generando un ambiente de exaltación en un contexto cargado de complejidades legales y controversias relacionadas con su presidencia y sus actividades posteriores, como el haber retenido documentos secretos, uno de los crímenes por el que se persigue al único presidente dos veces encontrado culpable en sendos juicios políticos.

Trump no podía dejar pasar la oportunidad, y se refirió a esas controversias y alegatos judiciales, utilizando una narrativa que buscaba deslegitimar investigaciones en curso y criticar el panorama político asumiéndose como el chivo expiatorio de una persecución sin precedentes. La mentira, una de sus armas, le permitió proferir afirmaciones sobre su derecho a desclasificar documentos.

El discurso de Trump puso de relieve las profundas divisiones dentro del Partido Republicano. Aunque sigue contando con una base enorme, su estilo confrontativo y polarizador ha alienado a una facción significativa dentro del partido, creando una brecha entre su base y el grupo de poder republicano. No es gratuito que se refiriera a ellos y a la tensión palpable en torno a la dirección y liderazgo del partido. Al día siguiente, sin embargo, el inefable Mitch McConnell optó por apoyarlo como candidato único.

Varias veces Trump repitió que Estados Unidos es un país del tercer mundo. Un país del tercer mundo en su frontera, un país de tercer mundo en su seguridad. Todo, por supuesto, culpa de los tres años y fracción de Biden. Nuestro país se ha ido al infierno, dijo, pomposo. El único crimen que he cometido es querer salvar a la nación de quienes buscan destruirla, mintió.

“Me están incluyendo en la ley antiespionaje, cuyo castigo es la muerte”, exageró como siempre. Su distopia era coreada con gritos frenéticos de ¡USA! ¡USA! y entre el público había gentes con corbatas que decían No Crime, o gorras de MAGA e incluso chamarras de cuero grabadas con la frase “Ready to Ride 45”, aludiendo al número de presidente que Trump fue en su primera elección. 

Keri Lake, la fallida candidata a la gubernatura de Arizona declaró allí mismo que Trump puede hacer lo que le dé la gana porque es el único que entiende el estado actual del país.

Faltan algunos juicios para Trump, al menos locales (uno federal, el de los documentos sustraídos al término de su mandato), quizá ninguno logre ya tambalear su candidatura y eventual triunfo en un país que olvida muy rápidamente. Un sector enorme del electorado recién encuestado opina, por ejemplo, que la economía estaba mejor con él que con Biden. Ojalá, por el bien de todos, no llegue ese apocalipsis anunciado.

POR PEDRO ÁNGEL PALOU

COLABORADOR

@PEDROPALOU

MAAZ