En la Era digital, la tecnología y el Internet son pilares fundamentales para el desarrollo de la sociedad, pero al mismo tiempo perpetúan disparidades de género, nuevas formas de violencia digital y mediática que limitan la capacidad de las mujeres en el mundo digital.
Según el último informe MOCIBA del INEGI, 9.7 millones de mujeres sufrieron ciberacoso, de las cuales el 32.3% recibió insinuaciones sexuales, 20% recibió llamadas ofensivas,17.8% fueron amenazas sobre la publicación de información personal, entre otras formas de violencia.
El empoderamiento digital de las mujeres comienza con el acceso y conectividad igualitarios a Internet y a la tecnología, así como con la educación digital para garantizar su participación en la sociedad digital y en la protección de su privacidad en línea.
La educación digital es esencial para que las mujeres naveguen seguras e informadas en el ciberespacio, así como el conocimiento de sus derechos digitales y los alcances de la privacidad. Internet visibiliza la estructura patriarcal, la asimetría de poderes, la pérdida de la privacidad y la falta de interseccionalidad; además del surgimiento de nuevas formas de violencia digital, como ciberacoso, grooming, pishing, sextorsión y el deep fake.
Esta última atenta seriamente contra la privacidad, dignidad y autonomía de las mujeres pues utiliza Inteligencia Artificial para alterar digitalmente imágenes de una persona y dotarlas de carácter sexual sin su consentimiento.
Recientemente, Wired, revista estadounidense sobre tecnología, señala que existen 244,625 videos de deep fake en 35 sitios web, lo cual alarma sobre el surgimiento de una industria que afecta principalmente a mujeres, de las cuales, Taylor Swift, Billie Eilish y Rosalía se vieron afectadas.
En este sentido, las colectivas y activistas feministas han logrado un gran avance en la lucha por la adopción de políticas del valor humano de las mujeres, niñas y adolescentes en los entornos digitales. Gracias a sus esfuerzos se ha concientizado sobre la importancia de proteger la privacidad, la intimidad y los datos personales.
Ejemplo de esta batalla es el caso de Olimpia Coral, quien fue víctima de difusión de contenido intimo sin su consentimiento. Su historia culminó con la Ley Olimpia que sanciona la violencia digital, sumado a la Ley Ingrid como mecanismo de protección contra la violencia mediática. Ambas buscan espacios digitales seguros y libres de violencia.
En definitiva, es necesario aumentar esfuerzos por lograr una igualdad de género sustantiva con marcos normativos, herramientas de apoyo, documentación y visibilización de la violencia de género en línea que garanticen la transparencia, privacidad y protección de datos personales desde una perspectiva feminista.
Finalmente, cabe señalar que la presente columna fue escrita, a dos plumas, junto con Victoria Patricia Flores López, joven especialista en datos personales y con quien consideramos importante reflexionar en torno a este tema.
POR ARÍSTIDES RODRIGO GUERRERO GARCÍA, COMISIONADO PRESIDENTE DEL INFO CDMX
POR VICTORIA PATRICIA FLORES LÓPEZ, ESPECIALISTA EN DATOS PERSONALES
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