Las campañas en nuestro país son la máxima cúspide entre el acercamiento de las personas que buscan algún cargo de elección popular y las personas votantes, es decir, las que el próximo 2 de junio votarán por distintas candidaturas de acuerdo con su lugar de residencia.
La legislación electoral federal, establece que las campañas electorales son “… el conjunto de actividades llevadas a cabo por los partidos políticos nacionales, las coaliciones y los candidatos registrados para la obtención del voto”. Para ello, llevan a cabo diversas acciones que la ley define como actos de campaña que son “… las reuniones públicas, asambleas, marchas y en general aquéllos en que los candidatos o voceros de los partidos políticos se dirigen al electorado para promover sus candidaturas”.
En este sentido, los partidos políticos y las y los candidatos establecen y van redireccionando una serie de estrategias que les permita tener un impacto ante el electorado; algunos con asesores internos, otros a través de la contratación de especialistas, etcétera.
De esta forma, los objetivos de las campañas son múltiples y diferenciadas. Por ejemplo, para las candidaturas a la Presidencia de la República el segmento de población al que tienen que dirigirse son a los poco más de 99 millones de personas electoras que se encuentran en el listado nominal y, establecer estrategias segmentadas por rangos de edad con dinámicas diferenciadas por las vías de comunicación que permiten llegar al electorado.
No deben ser las mismas estrategias acercarnos a la población adulta de 65 años y más que representan más de 12.7 millones de personas electoras que las juventudes de 18 a 24 años que representan el 15.4 millones de registros en el listado nominal, sobre todo, conociendo que históricamente son el segmento de la población que menos asiste a ejercer su derecho al voto.
Para el caso de los jóvenes, se han documentado diversas estrategias, algunas de ellas, presentadas en distintas universidades del país, destacando, por ejemplo, los debates periódicos de las personas candidatas en las sedes universitarias, con formatos abiertos, y en donde se permita la interacción con las y los estudiantes. Asimismo, genera un buen impacto, no la inyección de diversa información a través de pancartas, lonas, volantes u otros similares, sino explotando las redes sociales que es la principal vía de comunicación de este segmento.
Resulta también emblemático observar en las instituciones de educación superior la realización de simulacros electorales que, llegan a convertirse en íconos de posturas políticas. Además, resalta que algunos de estos ejercicios son llevados a cabo a través de la emisión del voto por internet, lo que debe llevar a que el próximo cuerpo legislativo tenga la capacidad y altura para reformar la ley electoral y permitir el uso del internet al interior de la República para la emisión del sufragio para sea la gente quien decida votar por la vía tradicional o por internet.
Otros objetivos de las campañas está relacionada con la presentación de propuestas viables que generen un beneficio a la ciudadanía. El tema se registra conociendo las principales demandas de la población en donde deben ser analizadas y segmentadas de igual manera por rangos de edad.
Las campañas y quienes están detrás de ellas, deben tener la capacidad de responder ante ataques, no con más ataques, sino mostrando la realidad tal cual es y, en su caso, buscar defenderse de la mejor manera posible sin caer en la realización de campañas negras que siempre tienen un efecto boomerang.
Ahora bien, las campañas electorales están iniciando, ya veremos las estrategias, resultados y el comportamiento de las y electores para analizar, en su oportunidad, que partidos y candidaturas presentaron de mejor manera un despliegue estratégico para la realización de sus campañas.
POR FERNANDO DÍAZ NARANJO
COLABORADOR
EEZ