MIRANDO AL OTRO LADO

Lo que NO se dijo en el Zócalo

El evento del inicio de la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum en el zócalo

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El evento del inicio de la campaña presidencial de Claudia Sheinbaum en el zócalo fue, en realidad, una reverencia a Andrés Manuel López Obrador. Y también fue un acto de sumisión de la candidata al verdadero líder del movimiento. Y una maniobra para no hablar de sus verdaderas intenciones.

La candidata dijo que había que decidir entre transformación o regresión. Incluyendo su lapsus del inconsciente cuando, en vez de decir “continuar con la transformación” dijo “continuar con la corrupción”. Freud teorizó sobre los lapsus, diciendo que son una parte importante del análisis psicológico porque develan lo que el paciente realmente quiere decir, pero que no se atreve a decir o que es incapaz de reconocer su verdadero sentir.

Los cien puntos que expone son casi un copy-paste de lo que ha estado haciendo López Obrador. Más trenes, Pemex, CFE, carreteras, apoyos sociales, revocación de mandato, no-reelección de legisladores y Alcaldes, el plan contra el INE, austeridad entendida como la eliminación de órganos constitucionales.

No dijo nada sobre tres temas polémicos: la reforma al Poder Judicial que está en el paquete de reformas que propone el Presidente. No mencionó, ni por asomo, cómo enfrentaría el reto de la violencia y los cárteles del narcotráfico. Tampoco habló de la relación de México con el mundo.

Tres elefantes en la sala y la candidata no quiso definirse sobre temas cruciales para el futuro del país. Pero el hecho de no haber tocado esos temas también es una recuperación del estilo de gobernar de López Obrador. Es decir, nunca divulgar en campaña lo que realmente piensas hacer, una vez instalado en el poder.

Los ejemplos de López Obrador abundan. Durante su campaña para ganar la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México jamás dijo que iba a provocar un reordenamiento urbano como lo hizo con el Bando Dos, que modificó profundamente el desarrollo urbano de la ciudad, encareciendo el valor del suelo y provocó la emigración de millones de pobres de la ciudad.

Él creó el Cartel Inmobiliario. Pero nunca lo dijo en campaña. Igualmente, durante su campaña presidencial habló de paz y amor entre todos y de regresar las Fuerzas Armadas a sus cuarteles. Nunca habló de quitarles las correas a las Fuerzas Armadas para que fueran su perro controlador de la población y mucho menos de gobernar desde la polarización y el odio. Pero así ha sido.

Lo más importante a observar es como la similitud entre AMLO y Sheinbaum estriba en lo que NO dicen en sus campañas, y no lo que sí ofrecen. Ofrecer en campaña es un festín de buenos deseos. Es un juego de adivinar lo que quiere escuchar la gente, y decirlo. Ahí no hay lugar para lapsus. Las promesas del paraíso terrenal caben en 100 propuestas. Hay alguna migaja para todas y todos, por supuesto.

Pero, una vez más, lo importante son los temas que no tocan. En el caso del discurso de Sheinbaum en el Zócalo, no mencionó al Poder Judicial, al narcotráfico ni a las relaciones exteriores.

El asesor a conveniencia de Sheinbaum sobre temas del Poder Judicial, Arturo Zaldívar, ha defendido la elección popular de jueces y ministros. Así es él, un día lo dice y al otro como que insinúa otra posición, pero no es claro. Por eso es un hombre a sueldo. Pero lo útil de tener a un sujeto como Zaldívar en su equipo es permitirle a la candidata evadir el tema y no buscar definirse en campaña. Lo hará después de obtener el cetro presidencial, si es que gana. Y sus políticas responderán a los deseos del ex Presidente.

Xóchitl ha defendido, en el Senado y en su campaña, la independencia estricta y absoluta de los jueces y magistrados del país, contra el intervencionismo del Presidente. Y, en general, la independencia con jerarquía igualitaria entre los tres Poderes de la Unión.

Sobre el narcotráfico, la inseguridad y la violencia su silencio retumbó en todo el zócalo. Claro, retumbó en los oídos de los que se quedaban ahí, porque miles tomaron sus muchos o pocos pesos que les regalaron por asistir y fueron a pasear por el centro de la capital.

Este fue el error más grande del discurso: no decir absolutamente nada sobre la nube negra de la violencia que ensombrece la vida de la gran mayoría de mexicanas y mexicanos. Si AMLO dice que no hay un problema con la violencia, ¿quién es la candidata para contradecirlo? No se atreve.

Y ¿qué quiere decir que la candidata, en su arranque de campaña, no es capaz de decir nada sobre el tema? Quiere decir que si gana, sacará una sorpresa de su chistera. Pero no estamos ni para sorpresas ni para chistes sobre el tema de la violencia (grandemente contra mujeres y niñas, pero no solamente), narcotráfico, pactos con el crimen y las Fuerzas Armadas. Habló de que su propuesta es “paz”. Decir eso equivale a no decir nada.

El desprestigio de las Fuerzas Armadas de México (el Ejército mexicano y la Armada de México) crece día con día. ¿Son soldados, obreros, ingenieros, empresarios, hoteleros o qué son? Por más anuncios dramáticos en los medios de comunicación, los elementos se sienten cada día más y más usados por los aviesos propósitos de los intereses políticos del Comandante en Jefe.

Lo sano y útil para el país sería decir cómo piensa atender el tema de la violencia que azota al país. Xóchitl ya dió un primer entre ante un público temeroso, pero decidido, en Fresnillo, Zacatecas en el primer minuto de su campaña. Propuso retirar a los militares de las actividades de obras de construcción para que dediquen a su función constitucional, ampliar la Guardia Nacional bajo mando civil, fortalecer policías estatales y municipales con equipos y salarios y construir nuevas prisiones de alta seguridad, dando por terminada la política de “abrazos, no balazos”.

Xóchitl entró directo al problema que más aqueja y duele a las y los mexicanos. Sheinbaum evadió completamente el tema.

En materia de política exterior, es imperativo diseñar una definición de qué lado se encuentra México: con las democracias o con las autocracias del mundo. No es menor el problema. Tiene implicaciones internas y externas. Internamente, por ejemplo, mientras México expulsa a la DEA del territorio nacional mientras permite que decenas de elementos de los servicios de inteligencia de Rusia operen sin cortapisas en nuestro país. ¿Es esa la política exterior de Sheinbaum?

Xóchitl viajó a Estados Unidos y se reunió con universidades, think tanks, dirigentes sindicales y sociales, miembros del Departamento de Estado, la OEA, inversionistas y miembros de la prensa estadounidense. Expuso sus propuestas sobre cómo mejorar las relaciones bilaterales y asegurar una comunicación franca y duradera entre los países.

Restableció la comunicación y fraternidad con España y visitó al Papá. Sheinbaum no puede hacer lo mismo, máxime cuando su líder se rehúsa a reunirse con los Presidentes de Estados Unidos y Canadá, acusándolos de ser “intervencionistas” en el proceso electoral interno. AMLO se olvida que él ha sido el porrista número uno de Trump.

Pero, bueno, se le olvidan cosas cuando se enoja con otros. El peligro más grande que emana del discurso de Sheinbaum proviene de las cosas que NO dijo, no de sus 100 puntos, que son un disfraz para que nadie se fije en lo importante.

Pero lo importante es inolvidable, presente y amenazante. Al no explicitar las políticas que está realmente planeando aplicar, Sheinbaum se convierte en un peligro para México.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR

ricardopascoe@hotmail.com
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