COLUMNA INVITADA

Un nuevo paradigma universitario

Hoy el mercado de trabajo para los universitarios no es el mejor: la oferta no encuentra la demanda

OPINIÓN

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Gustavo de Hoyos Walther / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

La Universidad de Bologna tiene el crédito de ser la primera universidad en Occidente, al haber sido establecida en 1088.

Desde el principio, el proyecto universitario fue el de crear una atmósfera propicia a la reflexión y orientada a la adquisición de conocimientos. Las universidades posteriores agregaron a esta versión un modelo fundado en las artes liberales y en la educación para el trabajo en la civilización industrial.

Significando la unidad de lo diverso, el concepto de Universidad es clave para entender la naturaleza de la parte de la sociedad que, con sus acciones, contribuirá mayormente a mejorarla.

Lamentablemente, en este sexenio el fin y la misión de las universidades se ha tergiversado enormemente. Al inicio de su gobierno, López Obrador anunció la fundación de 100 nuevas universidades "del Bienestar".

El resultado ha sido un completo fracaso. Más allá de que a estas universidades les falta casi todo para serlo, lo que está mal es la concepción original. Siguiendo el modelo de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, las supuestas 100 universidades no tuvieron desde el principio la idea de excelencia entre sus objetivos. 

Y este es el principal problema, pues el ideal de la excelencia es el fundamento de la idea misma de Universidad. 

Al mismo tiempo que se derrochaban millonarios recursos en estas "universidades", no se aumentó el presupuesto debidamente a las universidades públicas existentes. Es cierto que ellas no son una panacea y requieren de transformaciones importantes, aun así han educado con cierta eficiencia a cientos de miles de universitarios en todo el país.

El principal desafío es doble: por un lado, se debe ampliar la oferta de educación universitaria. Hoy en día sólo el 43 por ciento de quienes terminaron la preparatoria o el equivalente ingresaron a la universidad. Ahora bien, hay que entender también que no todo mundo quiere estudiar una licenciatura, maestría o doctorado. Y eso es entendible. Por eso también debe haber posibilidades para quienes quieran seguir otro curso de vida.

Por otro lado, al tiempo que se aumenta la matrícula, es indispensable mantener un mínimo de excelencia en la educación universitaria. 

Lo mejor sería tener un ecosistema universitario donde convivan universidades puramente públicas, otras puramente privadas y otras mixtas. Quizás habrá que poner énfasis en estas últimas, en las que gobiernos y empresas colaboran en un modelo que explota lo mejor de los dos mundos.

Hay que también buscar mejores maneras para que la academia y la industria colaboren de forma más estrecha. Hoy el mercado de trabajo para los universitarios no es el mejor: la oferta no encuentra rápidamente la demanda.

Finalmente, al menos por ahora, hay que lograr que los grandes adelantos científicos y tecnológicos de la cuarta revolución industrial estén presentes en los laboratorios, cubículos y salones de todas las universidades mexicanas.

En conclusión: sin buenas universidades, no hay futuro para México.

POR GUSTAVO DE HOYOS WALTHER

FUNDADOR DE SÍ POR MÉXICO Y UNID@S

@GDEHOYOSWALTHER

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