ECOS DE LA CIUDAD

Energía social. ¿Por qué recuperamos energía cuando estamos juntos?

Según Rosa, las sociedades modernas son estructuras de alta energía, que consumen grandes cantidades de ella, en forma física, fósil, nuclear o solar, requiriendo cada día más

OPINIÓN

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Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Con la intención de urgir a la sociología a explorar teóricamente el concepto de Energía Social, Hartmut Rosa publicó un interesante artículo en febrero de 2024 en el prestigiado semanario alemán Seit, en el que desarrolla un primer esbozo del término, abriendo los cuestionamientos a partir del sentido común y de la sinergia humana. 

¿Por qué cuando todos estamos realmente exhaustos, te fortaleces al estar junto a otros? Haciendo alusión a cualquier persona, que luego de una semana de fatiga emocional y física provocada por el trabajo, lo que quiere es ir a casa a dormir, ver la televisión recostada en un sillón o tomar un trago para descansar. 

Sin embargo comenta Rosa, que ese estado de fatiga pasa a un segundo plano cuando un amigo te invita a salir con otros más, entonces el cansancio desaparece en automático, para convertir la velada en algo estimulante, emocionante y relajante. Luego, al regresar a casa se estará lleno de energía y de entusiasmo. 

Comprender ese poder es esencial para todos nosotros. ¿Pero, cómo puede ser? ¿Cómo es posible generar y gastar nueva energía cuando no la tenemos?  

Según Rosa, las sociedades modernas son estructuras de alta energía, que consumen grandes cantidades de ella, en forma física, fósil, nuclear o solar, requiriendo cada día más. No para transformar el mundo, ni para mejorarlo, sino para mantener los sistemas existentes, sus funciones e instituciones sociales en iguales condiciones.

El sociólogo define a este fenómeno en su teoría de la Aceleración Social, como Estabilización Dinámica, que determina el modo de funcionamiento de nuestra sociedad y significa, que los permanentes y constantes aumentos en la producción y la innovación, que derivan en un mayor crecimiento económico, sirven solo para mantener lo existente, no para mejorarlo.

Asegura que desde lo evolutivo, esto es absolutamente antinatural, pues ningún organismo vivo o ecosistema, se configura de tal manera que necesite constantemente más energía solo para sobrevivir. Al contrario, desde el punto de vista de la historia de la evolución biológica y civilizatoria, esta se basa en gran medida, en reducir el aporte energético necesario.

La forma moderna de gestionar la energía conduce al sobrecalentamiento de la atmósfera terrestre y al desgaste de la psique individual. Porque el aumento del rendimiento no se genera simplemente mediante el uso de energía física, sino que también requiere de la inversión de energía psicológica, esfuerzo humano y superación.

Se pregunta, ¿por qué sucede eso? La tesis de Rosa explica que el problema de fondo reside en un error cultural e institucionalmente arraigado, incluso lingüísticamente estamos enfocados en la relación movimiento-energía. Este error se manifiesta de dos maneras. En primer lugar y sorprendentemente, las lenguas modernas no tienen ningún concepto que exprese la idea de Energía Social. En segundo lugar, solo podemos imaginar la energía en relaciones input-output, es decir, entrada de desarrollo de un proceso y salida de este.

Dicha forma de entender la energía nos lleva siempre a preguntarnos lo mismo, ¿qué pongo en términos de esfuerzo (input) y que gano con ello (output). Ante esta circunstancia, el autor alemán afirma que necesitamos una concepción que exprese la circulación de la energía social y vuelve al ejemplo del viernes por la noche en que nos convencieron de salir. 

Al experimentarlo, sentimos una oleada de energía durante la actividad, pero esto no se puede expresar como una relación input-output, debido a que la energía que impulsa la actividad conjunta proviene de la propia actividad, es energía de interacción, como la que surge por ejemplo, en una conversación agradable, al participar en un concierto o al hacer deportes y a veces incluso durante el trabajo. No obstante, esta energía de ninguna forma puede entenderse como la suma de las energías individuales.

Continuando el ejemplo nos dice: Cuando las cosas van mal sentimos que hemos gastado mucha energía y volvemos a casa sintiéndonos cansados, exhaustos. Todos los involucrados comparten este mismo sentimiento, pues han vivido la situación de manera similar, por lo tanto, sería erróneo imaginar un intercambio de energía surgida de la interacción como un juego de suma cero, en el que algunos invierten y otros se benefician. 

Es justo al revés, prueba de ello es que en una situación compartida agradablemente, todos se sienten inspirados, motivados y eufóricos al experimentarla y tienen la impresión de que las cosas se han desarrollado por si solas, sin ninguna inyección externa de energía. Sin la necesidad de un esfuerzo constante. 

Lo que lleva a Rosa a definir tres características que podemos observar en la energía social. Primero, que la energía social no es un recurso individual, sino una fuerza colectiva. Segundo, de ninguna manera se puede entender como un recurso que podríamos calcular en una relación input-output, por el contrario, inversión y beneficio confluyen. En tercer lugar, solo existe en movimiento, es en movimiento circulante, tan pronto como queremos poseerla, desaparece. 

Cuando nos sentimos con más energía después de ir a un concierto, al hacer deporte o yendo al teatro, no es que nos llenemos de una energía que estaba almacenada en algún lugar, sino que nos hemos abierto a una corriente circulante de energía. Esta idea puede vincularse directamente a los conceptos de energía china Dao y Qi o al hindú Prana, también a los griegos Ergon, Energeia o Pneuma. 

Lo que tienen en común estos conceptos es la convicción que la energía en el sentido psicosocial no es una posesión individual, no es algo que tenemos o incluso que gastemos, es algo en lo que participamos, a lo que nos abrimos.

Si bien la idea de una corriente circulante para los oídos eurocéntricos es esotérica o irracional, para Rosa no se trata de una sustancia metafísica, sino de utilizar el término como metáfora de algo que es posible que suceda entre personas y probablemente entre personas y cosas. Enfatiza, dejemos de preguntarnos sobre la sustancia de lo que es, e indaguemos sobre el fenómeno. 

La pandemia del agotamiento individual y colectivo que vivimos en el siglo XXI tiene su origen en el hecho que nuestras actividades privadas y publicas se sienten cada vez más como actividades en las que consumimos, gastamos e invertimos más y más energía, con la particularidad que cada vez obtenemos menos de ella, por lo cual el filosofo Byung Chul Han, ha denominado a las sociedades occidentales, como del rendimiento y del cansancio.     

POR HUMBERTO MORGAN COLÓN

COLABORADOR

@HUMBERTO_MORGAN

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