Los tacos de carnitas representan uno de los platillos típicos de la cocina mexicana, pero detrás de su buen sabor, hay toda una industria que aplica protocolos de sanidad, realiza investigación y lleva a cabo buenas prácticas que la hacen fundamental para la economía nacional y pieza clave para avanzar hacia la seguridad alimentaria.
La porcicultura, que comprende la reproducción, destete, engorda, sacrificio y comercialización de los cerdos, es una de las tres mayores industrias agroalimentarias en México, junto con la bovina y la de ave, por su volumen de producción y de consumo.
Existe un inventario de alrededor de 20 millones de animales y una producción de más de un millón 768 mil toneladas al cierre de 2023. La mayor actividad se concentra en Jalisco, Sonora, Puebla, Yucatán, Veracruz y Guanajuato, estados que en conjunto agrupan el 77 por ciento de la producción nacional.
En la industria tecnificada, existen varios tipos de instalaciones, desde granjas productoras de pie de cría, granjas productoras de lechones, granjas engordadoras y granjas de ciclo completo, las cuales abarcan la totalidad del proceso, previas al sacrificio y comercialización. Además, se cuenta con porcicultores de pequeña y mediana escala.
De ahí la importancia de que este tipo de productores estén organizados y lo han hecho a través de la Organización de Porcicultores Mexicanos (Opormex), un organismo que se ha preocupado por apoyar a sus representados.
Ejemplo de ello es que la Opormex, en conjunto con las secretarías de Agricultura y Economía, crearon y pusieron en marcha el Instituto Mexicano de la Porcicultura (IMP), el organismo de referencia científica y técnica en la implementación de soluciones competitivas para el desarrollo sostenible de la industria porcina mexicana y que brinda información veraz y científica a los consumidores mexicanos
Este Instituto le da seriedad a la cadena, al promover una mayor estandarización de las normas sanitarias, capacitación y buenas prácticas pecuarias.
Ahora bien, este sector también enfrenta desafíos, como las importaciones que compiten contra la producción nacional, por lo que es necesario incrementar el consumo de carne de cerdo mexicana, promocionando sus beneficios, entre ellos, su alto valor nutrimental y aporte de proteínas y minerales, como potasio, fósforo, zinc y hierro, y en vitaminas B, B1, B3, B6 y B12 y desterrar mitos.
Recientemente, el presidente de Opormex, Heriberto Hernández Cárdenas, presentó ante el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula, la “Visión estratégica de la industria porcina mexicana 2020-2035”.
El documento delinea la estrategia de consumo, distribución y el posicionamiento a seguir de la carne de cerdo mexicana, con impacto directo en los productores, prioritariamente los de pequeña escala.
También, se realizó una demostración de la campaña nacional de fomento al consumo de carne de cerdo que coordina el IMP, cuyo objetivo es comunicar al consumidor, con base en ciencia, sus bondades y los procesos que garantizan alimentos de calidad para las familias mexicanas y los consumidores internacionales.
Bien por esta industria, que puede ser ejemplo para otras ramas y actividades del sector primario nacional.
POR MARIANA OTERO BRIZ
COLABORADORA
@BRIZCOCHO
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