APUNTES DE GUERRA

¿Días de guardar?

Son fechas de reflexión, de celebración, de esa soledad que viene de estar con uno mismo. Y ahí, religiosos y no creyentes venimos a ser iguales...

OPINIÓN

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Gabriel Guerra / Apuntes de Guerra / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Comienza la Semana Mayor, también conocida como Semana Santa, queridos lectores, y en esta ocasión coincide con el Ramadán musulmán, la más sagrada de sus fechas, y se empalma con Purim, la festividad judía que celebra su salvación de una masacre planeada en Persia por ahí del siglo 5 A.C.

Si bien obviamente cada una de las conmemoraciones tiene un origen y significado distinto, las tres llaman de diferentes maneras al ayuno, a la reflexión, la introspección y, también, a la celebración. En el caso de los cristianos, concluye con el gran festejo de la Resurrección. Para los musulmanes, cada día de los 40 del Ramadán se celebra el fin del ayuno. Y los judíos han hecho de Purim una de sus festividades más alegres, si bien los más ortodoxos recuerdan con oraciones y ayuno el peligro del qué escaparon.

Ni el mundo ni el país están precisamente para festejos, pero sí podríamos aprovechar estas fechas y dedicar algo de tiempo al pensamiento más allá de las pasiones o coyunturas temporales. Son estos, o deberían ser, momentos para el recogimiento intelectual, para la lectura, para las preguntas más que para la respuestas, para la duda que aclara a veces más que las certidumbres, tan engañosas ellas.

Estamos en plena época de campañas políticas. Las mentiras, las descalificaciones, la hipérbole se adueñan del espacio público como si fueran pendones que todo lo afean, todo lo descomponen. 

La violencia criminal acompaña al proceso: cada vez más aspirantes a cargos municipales son abatidos, o porque no quisieron pactar o porque pactaron con el bando contrario o, simplemente, porque el narco quiere mostrar su fuerza, su brutalidad. 

Los partidos políticos se avientan culpas en vez de asumir sus responsabilidades, al fin que ellos viven del dinero que pagamos los ciudadanos, los verdaderos perdedores. Esa irresponsabilidad, esa falta de empatía, son el sello de la casa de todos, pero mal hacemos en comprar sus pleitos y creerles. Estamos abdicando de nuestra propia obligación, la de ver las cosas con más memoria y con menos fobias, la de votar no por odio sino por convencimiento, o al menos por sentido común.

En el mundo las cosas no pintan color de rosa tampoco: desde las guerras brutales en Gaza y Ucrania hasta, en nuestro hemisferio , los nubarrones antidemocráticos en EU o Argentina, las dictaduras y dictablandas en Cuba o Nicaragua, el colapso haitiano o el estado policiaco salvadoreño, hay bien poca luz y en cambio mucha penumbra.

Pero en vez de caer en la frustración o la desesperanza, pensemos en aquello que sí podemos hacer para cambiar las cosas, comenzando por nuestro entorno inmediato: ser mejores ciudadanos, mejores vecinos, mejores integrantes de nuestras comunidades, sean las que sean. 

Son fechas de reflexión, de celebración, de esa soledad que viene de estar con uno mismo. Y ahí, religiosos y no creyentes venimos a ser iguales, unidos por nuestra humanidad.

POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

GGUERRA@GCYA.NET  

@GABRIELGUERRAC

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