COLUMNA INVITADA

La Civilización Digital

Imposible quedar al margen, queramos o no, estamos inmersos

OPINIÓN

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Francisco Javier Acuña Llamas / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Imposible quedar al margen, queramos o no, estamos inmersos en la era de las tecnologías de la información. Solo queda saber qué debemos hacer para defendernos de los riesgos y aprovechar los beneficios.

 Aunque su origen y la gestación de los procesos y procedimientos de la civilización digital confirman la globalización. Cada día comprendemos que el “ciberespacio”, no es un enclave de la ciencia ficción, es un campo cierto: la morada digital.

Transitamos en una dimensión paralela. La real, a la que también llamamos la dimensión física y, la otra a la que se conoce como: la virtual, porque se desarrolla en el “ciberespacio”.

En esos dos planos, nos movemos a velocidades distintas. Mientras unos aprendemos a contrapelo los desafíos tecnológicos, otros -los más jóvenes-, han asimilado las habilidades digitales desde la temprana infancia o en plena adolescencia. Asistimos al comienzo de la civilización digital pero, antes de haber civilización debe haber una serie de etapas que van ensanchando la uniformidad de una manera de vivir, de pensar y de sentir. La homologación de los patrones de uso y de consumo de instrumentos y de satisfactores cotidianos.

En medio de esos dos mundos, el real y el digital, en un limbo, se han quedado los inadaptados al ciberespacio.

 Los inadaptados digitales son sujetos pasivos en esa dimensión misteriosa. Sin embargo, la información que les concierne por referirse a su persona está en los repositorios diversos del esquema digital; paradójicamente, no saben, no pueden y no quieren activar su plena condición digital.

Van a remolque sin disfrutar sus comodidades presas de miedo de confiar en sus instrumentos y sus trámites, por eso están y seguirán en pausa, sin estrenar la autonomía digital. Los registros que les aluden o refieren están circulando en el ciberespacio y no lo saben y tampoco pueden hacer algo al respecto.

La velocidad digital no descansa, sigue consiguiendo mayores metas. En la medida en la que nos hacemos usuarios continuos de los dispositivos digitales, la dimensión física de nuestras vidas se va uniendo más y más a un control digitalizado. Los dispositivos digitales saben más de nuestros registros biológicos que lo que imaginamos.   

El mundo real, cada día se encuentra más capturado o mejor dicho, más sometido a los factores que impone la realidad virtual.

Si pudiéramos elegir un rasgo o elemento representativo de la globalización, acaso, podría ser el efecto de la instantaneidad y la simultaneidad, con ellas se logró la ansiada “ubicuidad” aquella quimera que animaba  a fantasiosos y/o a místicos.

 La eliminación de la transmisión de imágenes con sonido por antenas reemplazó la telefonía clásica y nos impuso a gran parte de la población mundial la necesidad de contar con un dispositivo telefónico portátil exclusivo, primero para la conversación en mensajes de texto en tiempo real y luego para la conexión múltiple y a velocidad extrema con la transmisión de imágenes y documentos diversos.

La conexión total es el destino. La aldea global de Mc Luhan se cumplió como profecía, estamos montados en el cohete de la 5G, los coches autónomos (inteligentes), los edificios y las ciudades inteligentes nos obligarán  a no perder el control, pero jamás a renunciar a sus desafíos.    

POR FRANCISCO JAVIER ACUÑA LLAMAS
ANALISTA Y CATEDRÁTICO DE LA UNAM 
@F_JAVIER_ACUNA

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