A medida que el calendario marca el 23 de marzo, el Día Mundial del Agua se convierte en un momento de reflexión colectiva sobre uno de los recursos más esenciales y, sin embargo, más amenazados de nuestro planeta.
En este día, es imperativo que abordemos no solo las problemáticas actuales relacionadas con el agua, sino también los desafíos que enfrentaremos en el futuro.
El agua, pese a su abundancia global, enfrenta una crisis de disponibilidad. La sobreexplotación de acuíferos, la contaminación de fuentes hídricas y los efectos del cambio climático son solo algunas de las problemáticas que amenazan su seguridad.
En México, estas amenazas se manifiestan a través de la escasez en zonas áridas y semiáridas, la degradación de ríos y lagos, y el incremento de tensiones por el acceso y uso del agua.
El reporte más reciente de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), al 18 de marzo, revela que 210 presas de almacenamiento se encuentran al 47 por ciento de su llenado, debido a las escasas lluvias que se han presentado.
Mirando hacia el futuro, los desafíos son aún más abrumadores. Se prevé que el cambio climático intensificará los patrones de sequía y lluvia, exacerbando la escasez de agua en algunas regiones mientras inunda otras.
Además, el crecimiento demográfico y la expansión de la actividad industrial demandarán aún más de este recurso limitado, lo que podría llevar a conflictos por el agua y afectar la seguridad alimentaria.
Respecto al uso del agua en la agricultura, nuestro país ocupa el séptimo lugar mundial en superficie con sistemas de riego, estimada en seis millones 684 mil hectáreas, que es el 26 por ciento de la superficie arable. El resto de los terrenos agrícolas (74 por ciento) son tierras de temporal destinadas principalmente a la producción de granos básicos y a la ganadería extensiva.
Enfrentar estos desafíos requiere una transformación en cómo gestionamos el agua. La adopción de tecnologías para la desalinización y el tratamiento de aguas residuales ofrece una vía para incrementar la disponibilidad del recurso. Igualmente, prácticas agrícolas más eficientes en el uso del agua, como la irrigación por goteo, pueden reducir el consumo en el sector que más agua demanda.
Por otro lado, políticas que fomenten la captación de agua de lluvia y la recarga de acuíferos pueden ayudar a mitigar los efectos de la sobreexplotación. La educación y concienciación sobre el uso responsable del agua son, asimismo, herramientas cruciales para asegurar su preservación para futuras generaciones.
El Día Mundial del Agua nos recuerda la importancia crítica de este recurso y la necesidad urgente de adoptar medidas que aseguren su sostenibilidad. Frente a los desafíos actuales y futuros, es imperativo que gobiernos, sector privado y sociedad civil colaboren en la búsqueda de soluciones innovadoras y sostenibles.
La gestión del agua no es solo un tema de supervivencia, es también una cuestión de equidad, desarrollo y sostenibilidad. En este día, y en todos los que siguen, comprometámonos a valorar, proteger y gestionar de manera responsable el agua, ese recurso del que depende toda forma de vida en nuestro planeta.
POR MARIANA OTERO BRIZ
COLABORADORA
@BRIZCOCHO
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