PORTAZO

El sopapo canadiense

Exaltado e irremediablemente henchido de orgullo nacional, con una supuesta altivez

OPINIÓN

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Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Exaltado e irremediablemente henchido de orgullo nacional, con una supuesta altivez de mexicanidad ofendida, el Presidente de la República les advierte a los gobiernos de Canadá y Estados Unidos: si no me garantizan un trato respetuoso (en los términos como yo lo aprecie y a mí me plazca) no voy a su junta cimera de América del Norte.

Además, prefiero viajar –cuando sólo me quedan siete meses—a la cálida humedad de la selva y no a los rigores invernales del norte.

Y como única respuesta de Mr. Trudeau, de golpe y porrazo, sin previo aviso, el gobierno canadiense emite el incómodo requisito de un descortés visado a los mexicanos para ir a sus feraces tierras boscosas.

“This is for you to learn” o “C’est à vous d’apprendre”, de acuerdo al bilingüismo canadiense, “tenga para que aprenda”, le dice el Primer Ministro a quien se le retoba con una fraterno recordatorio de la intervención  mexicana en la renovación del NAFTA hasta convertirlo en el actual  T-MEC, lo cual habría sido imposible sin la sagacidad del Metternich de Macuspana, quien  persuadió a Donald Trump para incluir a los canadienses en el nuevo mapa económico del Norte de América, como si de verdad se hubiera podido prescindir de su presencia y su mercado, salvada con el simple argumento de mejor tres y no dos.

No se entienden las sutilezas de la política internacional, como tampoco se comprenden otras de la misma categoría cuando se vive extasiado en la contemplación del ombligo propio, hundido en la falsa apreciación de la importancia de las cosas sin importancia.

Si la actitud de los visados canadienses no tiene como raíz la baladronada de asistir o no a la Cumbre bajo la condición de un respeto hasta donde se sabe vigente en la relación diplomática, el momento en el cual los canadienses lo pusieron en la mesa, deja a los mexicanos en posición marginal. 

Además, el motor de esta súbita reclamación por el respeto al líder mexicano proviene de los problemas con el NYT y las filtraciones de la DEA y el hashtag del #Narcopresidente, asuntos en los cuales Canadá no tiene intervención.

Pero como de costumbre, este gobierno confunde el culo con las témporas, como decía el Gabo, y se tira por una empinada ladera sin lograr al fin de la carrera el control de sus propias piernas.

Los canadienses tienen muchísimas inversiones estratégicas en México, especialmente en la minería y si el visado se considera una ofensa, pues ahí tiene el señor Presidente la pastura para el potro nacionalista; cancele (o compre, como con Slim), las concesiones mineras de los canadienses.

A ver si de veras estamos enojados.

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

MAAZ