COLUMNA INVITADA

El agua (1)

Los estados más afectados por la sequía son Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango y San Luis Potosí, entre otros

OPINIÓN

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Rubén Martínez Cisneros / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La sequía está haciendo de las suyas, este año se han ausentado las lluvias en él país, los estragos por la falta de agua en la agricultura, ganadería, las presas, los ríos, sufren la ausencia de Tláloc, de acuerdo al Monitor de sequía elaborado por Conagua, los estados más afectados son Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango, San Luis Potosí, entre otros.

“Señora, Señora, aquí está tu Iglesia que peregrina rogando que llueva”, la anterior plegaria es citada en el libro Desastres Agrícolas en México editado por el FCE y CIESAS bajo la autoría de Virginia García Acosta, Juan Manuel Pérez y América Molina del Villar.

Dicen los autores que el 13 de junio de 1996, día de San Antonio, alrededor de 70 mil feligreses se reunieron en el lecho seco del río Nazas, que separa los estados de Coahuila y Durango, quienes imploraban:

“Escucha este canto. Señora, Señora, la presa está seca. El Nazas no corre trayendo la vida que el agua no viene. El campo está seco, el ganado muere, el ganado muere, ven en nuestro auxilio, que el agua no viene”.

Por otra parte, el libro El agua y sus senderos editado por Conagua 1994, su director en ese entonces Fernando González Villarreal, escribe:

“Es indudable que los senderos del agua son los senderos de la vida… La presencia de este invaluable recurso juega un papel fundamental en la aparición y desarrollo de todos los organismos vivos”.

Más aún, señala González Villarreal:

“El agua, como los dioses de la humanidad, ha sido temida y adorada. Su presencia en exceso causa desolación y muerte, lo mismo que su ausencia; pero también, desde los tiempos más remotos, el hombre implora por ella”.

En su cuento 'Nos han dado la tierra', Juan Rulfo, escribe:

“Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habrá después; que no podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos… Cae una gota de agua, grande, gorda, haciendo un agujero en la tierra y dejando una plasta como la de un salivazo. Cae sola”.

Continúa el autor de El Llano en Llamas:

“Nosotros esperamos que sigan cayendo más. No llueve. Ahora si se mira el cielo se ve a la nube aguacera corriéndose muy lejos, a toda prisa. El viento que viene del pueblo se le arrima empujándola contra las sombras azules de los cerros. Y a la gota caída por equivocación se la come la tierra y la desaparece en su sed”.

El escritor Vicente Leñero, en su texto La gota de agua, nos narra su experiencia por la falta de agua en su domicilio:

“En calzoncillos hice girar las llaves del lavabo y de la regadera. Ni una gota cayó de la nariz del lavabo y de la regadera… gorgoriteó apenas la manzana de la regadera y dos o tres lagrimones gravitaron hasta el piso de azulejos gimiendo plop, plop. Ni una maldita gota en toda la casa, me lleva la ching$%&”

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS

COLABORADOR

MAAZ