COLUMNA INVITADA

De cifras a nombres

Una tarea difícil, pero que nunca debería quedar en el olvido, es la de narrar o contar las historias

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Una tarea difícil, pero que nunca debería quedar en el olvido, es la de narrar o contar las historias de las víctimas de todo conflicto, matanza o genocidio. Es una labor a primera vista imposible, de eso no hay duda. Desafortunadamente, hay vidas que jamás se llegarán a conocer; sin embargo, de las que sí se pueden, vale la pena el esfuerzo. ¿Por qué? La respuesta la tiene una sola palabra: empatía.

Dicho vínculo emocional permite sentir el dolor ajeno como propio, fundamental para comprender la magnitud de las tragedias humanas. A través de la narrativa de las experiencias individuales, se logra conservar la memoria de aquellos que sufrieron.

Cuando escuchamos o leemos las historias de individuos afectados por diferentes tragedias, transformamos números abrumadores y estadísticas impersonales en rostros y vidas con los que podemos conectar emocionalmente. Es fácil sentirse indignados por las cifras, eso es cierto, pero hay un efecto más fuerte al saber quién era la víctima, cuando tiene un nombre.

Es mediante la empatía que las estadísticas se transforman en historias de vida, permitiendo ver más allá de los números y establecer conexiones con la humanidad compartida. Contar tales relatos también sirve como un llamado a la acción. Hacerse cuestionamientos sobre el porqué de los conflictos, matanzas o genocidios, cuando las víctimas son causadas por la propia humanidad. Genera un impulso a buscar soluciones, al involucramiento en causas más grandes que uno mismo.

La responsabilidad de contar estas historias recae en varios medios y personajes: noticias, escritores, periodistas, educadores y, no menos importantes, ciudadanos comunes. A través de los relatos de las víctimas, a través de ilustrar el dolor y la pérdida, es posible generar una conciencia que busca dejar de lado la inacción a cambio del reclamo por un fin que antes podría sonar utópico.

La retórica utilizada juega un papel importante, no es lo mismo decir "masacre" que "enfrentamiento"; "accidentes" que "asesinatos"; especialmente cuando el uso de ambas palabras puede influir en las percepciones del público.

En este sentido, hay que pensar en las vidas más que en los números. En todos esos sueños, deseos y futuros que nunca se concretaron, que fueron sustituidos por la estadística. ¿Se puede fomentar esta conciencia que priorice la preservación de la humanidad? Por encima de diferencias individuales o intereses particulares.

En última instancia, la empatía y las historias que compartimos pueden ayudar a hacer un llamado de atención contra las instituciones y gobiernos que mantienen su silencio complaciente.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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