TODOS SOMOS MÉXICO

Frente a los videos de la barbarie

Ojalá que distingamos con claridad dónde está la indignidad, la mezquindad, la bajeza, el deshonor

OPINIÓN

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Mauricio Farah / Todos Somos México / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los videos de grupos criminales declarando la guerra a otros grupos, exhibiendo su armamento y sus vehículos, anunciando defensa de una plaza o venganza, en fin, mostrándose para dejar constancia de su existencia y fuerza, constituyen una repugnante intromisión en la vida de las personas y familias que lo único que quieren es vivir en paz.

De la misma índole, pero de otro calado, son los videos en los que se lastima o quita a la vida a una persona. Se trata de hechos e imágenes inadmisibles. Intolerables. De imposible normalización.

Con ellos se pretende enviar mensajes y amagos a futuras víctimas, aterrorizar a la comunidad o al país entero, hacernos sentir rebasados, vulnerables, indefensos.

El delincuente se presenta omnipotente, dueño de la situación, y desde esa ventajosa condición grita, amenaza, golpea, ordena. Exhibe su indigna actitud con el desplante de quien se sabe seguro, rodeado de sus cómplices y frente a personas que nunca anhelaron ser violentos ni abusar de otros ni competir en grado de maldad. Personas pacíficas, que trabajan, estudian, tienen familia, ilusiones, buena voluntad, que no pueden ni quieren competir con el violento, el iracundo, aquel que los agrede con ventaja y sin razón. Personas que quieren dar sustento, educación y oportunidades a sus hijos, que jamás han pensado en dañar a otros y menos herirlos, humillarlos, hacerles daño.    

Es frente a estas personas que el delincuente se crece en el maltrato, a la vista de la cámara. Se luce. Se sueña grande, poderoso, envidiable. Todo cuanto hace en el video es deleznable, repulsivo, vergonzoso, pero a él le parece que es motivo de orgullo y desplante, sobrevalorado ante sí mismo por la ventaja que dan las armas, la crueldad, la banda, la pandilla, el cártel, la organización criminal. 

Ojalá todos veamos lo mismo cuando vemos esto. Ojalá que distingamos con claridad dónde está la indignidad, la mezquindad, la bajeza, el deshonor. Ojalá que a nadie deslumbre el abuso ni seduzca la violencia. Ojalá apreciemos y honremos la dignidad en el rostro del miedo o el dolor de la víctima. Ya podrá el delincuente tratar de humillarlo; no lo logrará nunca porque ni los golpes ni los insultos pueden tocar la honra de la persona de buena voluntad, y menos a causa de la ofensa y la agresión de un delincuente, que ha confundido la cobardía con el valor y la violencia con su sentido de la importancia.

Es hora de hacer frente a esta barbarie, grabada y difundida para agraviarnos y atrincherarnos, a fin de llevarnos a la parálisis, el encierro, la duda, el miedo. No podemos permitirlo. 

El montonero no es valiente ni modelo ni admirable; el agresor no es audaz ni triunfador ni paradigma; el homicida no es orgullo, ni referencia ni ejemplo.

Ojalá que podamos ver claramente lo que hay en estas imágenes y que todas y todos, especialmente las personas jóvenes, asumamos que la violencia no debe permitirse ni aplaudirse ni reproducirse, y que si algo puede motivarnos, y ofrecernos una vida plena, es la construcción colectiva de la paz.

POR MAURICIO FARAH

ESPECIALISTA EN DERECHOS HUMANOS

@MFARAHG

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