COLUMNA INVITADA

Aprender para Ser

En esos términos, la creación de universidades públicas, sin controles de admisión o inversión en calidad, fraguará un destino cruel para una juventud que al obtener un título universitario le sea poco probable o nulo la adhesión a un trabajo

OPINIÓN

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Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Estamos en la peor época. La de campañas, por la absurda concentración de propaganda en temas que debieron ser resueltos por todos los políticos que han transitado sus turnos de gobierno en nuestro país. Así que dar claridad en algunos asuntos es hacer patria.

Uno de los grandes tópicos se refiere a la educación de millones de jóvenes. Para lo cual, unos han propuesto la creación de mas universidades, lo que simula ser acertado, sin embargo, hay variables indispensables en la formación de calidad. Por ejemplo: la capacidad de aprobar un examen, que demuestre la aptitud resolutiva. En ese sentido, sólo algunas Universidades de nuestro país poseen dicha característica; y las puedes encontrar en el Ranking Académico de Universidades del Mundo que emite Shanghái https://www.shanghairanking.com/rankings/arwu/2023. La segunda variable atiende a la expectativa de que aquellas personas que superan un examen complejo tienen la posibilidad de mantener un ritmo de trabajo constante, conformar análisis críticos y poder hacer una entrega de tareas a tiempo. Con respecto a los datos mencionados hay que indicar que generalmente los alumnos que obtuvieron esas habilidades, tuvieron una inversión económica y social en su base educativa elemental. Por lo tanto, la creación de un número mayor de universidades, no garantiza que sean motores de cambio. Lo anterior bajo un panorama, donde el bagaje educativo, es sumamente vulnerable a la pobreza, ya que la misma ocasiona deserción, falta de nutrición, inserción laboral en la infancia, impedimento del desplazamiento del hogar a la escuela. Lo que evidencia, que la gratuidad de las instituciones es sólo una parte de la solución, dentro de un universo de necesidades mínimas que miles de familias requieren. 

En esos términos, la creación de universidades públicas, sin controles de admisión o inversión en calidad, fraguará un destino cruel para una juventud que al obtener un título universitario le sea poco probable o nulo la adhesión a un trabajo. Expliquémoslo a detalle.

Las mejores universidades del mundo invierten en cada alumno tiempo, maestros de alto perfil, tecnología, pero sobre todo un presupuesto enorme. Tienen además la capacidad de ser maleables, de tal forma que entienden que el desarrollo no es estático, por lo cual trabajan de la mano de empresas y sociedad para dirigir las investigaciones hacia la mejora de herramientas y técnicas nuevas. Los ensayos, experimentación y descubrimientos fortuitos van generando un cerebro colectivo mucho más potente para crear cosas nuevas. El quid del asunto es que no les interesan las enormes cantidades de publicaciones (aunque las tienen), sino que las mismas sean relevantes en cuanto a la concentración de innovación científica comprobable. Lo que diferencia a los países que albergan las Universidades de alto calaje, es que la tecnología ha cobrado un estatus sumamente importante. Pero no hay que equivocarnos. Para el MIT (Tecnológico de Massachusetts), cualquier carrera, tecnológica o humanística requiere dos años de filosofía, lo que hace una integración perfecta entre el sentido ético, y el pensamiento crítico en el funcionamiento de conceptos de vanguardia. 

Regresando a nuestro país; una de las respuestas al rezago y deterioro educativo, es la carencia de inversión para las universidades más prestigiadas, públicas o privadas, pero también la rigidez burocrática que impide la reformulación de sus planes de estudios, o que incentiva la endogamia académica que representa la continuidad de la misma formación, sin que existan redes de intercambio que detonen el crecimiento formativo. Lo que se conoce como hackear la meritocracia; que mengua el liderazgo y las aleja del contacto de necesidades reales del progreso. 

Para este momento, te estarás preguntando.

¿Acaso nuestro país tiene la capacidad de generar universidades que logren estar a la altura de las primeras diez mejores del mundo? La respuesta es afirmativa, pero tendremos que cimentar el talento desde la niñez, para que ésta pueda sortear de la mejor manera los retos que se presentan en la vida. 

El gobierno tiene la responsabilidad de la educación, pero la sociedad es contundente a la hora de fortalecer el conocimiento. Esta en cada hogar esta posibilidad, pero en aquellos donde falta mucho, algunas fundaciones han cambiado vidas y posibilitado sueños de mujeres y hombres, que se alejaron de la pobreza. Logrando AprendiSer.

POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB

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