MUJERES, S.A.

Feminae

Más allá de las consecuencias sociales de actos del pasado remoto, en lo que debemos pensar es ¿qué tanto seguimos ignorando la experiencia femenina?

OPINIÓN

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Claudia Luna / MUJERES, S.A. / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Uno de mis pasatiempos consentidos es la historia. (Una disculpa. Es una realidad que muchos abogados tenemos pasatiempos de abuelito).  En mi exploración continua de estos temas, me encontré con un libro que ha capturado mi imaginación: Fémina, de Janina Ramirez. La autora relata que en tiempos de la Reforma (SXVI) se catalogaron los manuscritos resguardados por instituciones monásticas inglesas para decidir sus destinos. Estos inventarios incluyen anotaciones en caso de que los volúmenes hayan sido seleccionados para su destrucción. Encontró notas esperadas como: “herejía” o “brujería”, pero encontró otro tipo de notas que debe dolernos a todos: cuando la anotación dice “fémina” lo que el bibliotecario indicaba es que se había mandado destruir un tomo porque lo había escrito una mujer, y, por lo tanto, no valía la pena su conservación, el contenido era irrelevante.  En ese rincón del mundo, en ese momento -fundamental para entender nuestra realidad hoy, aquí- se destruyó o ignoró sistemáticamente el récord de las vivencias de las mujeres de la época.  Se consideró irrelevante nuestra voz y, por lo tanto, la película que todos tenemos de la historia es incompleta y monocromática. Perdimos a muchas mujeres en el tiempo. 

Más allá de las consecuencias sociales de actos del pasado remoto, en lo que debemos pensar es ¿qué tanto seguimos ignorando la experiencia femenina? ¿Qué tanto estamos tomando en cuenta el punto de vista de las mujeres y las niñas en la construcción de política pública o privada?

Si sólo tenemos 13% de las sillas en consejos de administración, ¿los señores que deciden son a tal grado empáticos que pueden perfectamente ponerse en los zapatos de colaboradoras, clientas, y miembros femeninos de las comunidades donde operan?  Si sólo tenemos 33% de los puestos de mando superior en las Secretarías de Estado en manos de mujeres, ¿están permeando las necesidades femeninas en los temas fundamentales de gobierno?

Hay datos francamente escalofriantes que causa esta omisión, pero llama poderosamente la atención el caso del cuidado de la salud: el cuerpo masculino ha estado al centro de la investigación médica siempre, extrapolando los resultados al cuerpo femenino (por ejemplo, no es sino hasta los 80s y 90s que las instituciones de salud de los Estados exigieron incluir a mujeres en estudios clínicos).  Esto tiene como resultado que el cuidado de la salud de las mujeres es incompleto e inexacto. Las enfermedades que aquejan exclusivamente a mujeres siguen siendo poco estudiadas, y son subdiagnosticadas o subtratadas.  Es hasta hace poco que los médicos han “descubierto” que el dolor menstrual puede ser tan fuerte como el dolor que causa un ataque cardiaco. Es hasta hace poco que empieza a entenderse que la endometriosis es verdaderamente incapacitante y no una “molestia” como algunos doctores la han calificado por décadas. Esto tiene consecuencias graves y directas en la atención médica y, por lo tanto, la calidad de vida de todas las mujeres del mundo.  Es un tema grave de salud pública y los cambios no vienen a la velocidad que se necesita.

No podemos aspirar a un mundo más justo y equitativo si no incluimos en la fórmula a la mitad de la población.  Es imperativo desafiar éstas prácticas omisivas de frente a través de la educación y forzar cambios en políticas públicas y privadas para lograr un compromiso colectivo con la equidad y sobre todo con la empatía.

POR CLAUDIA LUNA
FUNDADORA DE THINK PINK 
THINKPINK.MX

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