Pase lo que pase en la elección del 2 de junio, Alejandra Barrales se convertirá en senadora, con lo que regresa a la escena política después de cinco años de estar ausente.
Esta vez llegará al Congreso bajo las siglas de Movimiento Ciudadano y, a pesar de tener ya su lugar asegurado en la Cámara alta, también hará campaña para ayudar a su partido a incrementar el número de votos en la CDMX.
Lo que busca es garantizar una bolsa suficiente que le permita llegar como la próxima coordinadora de su bancada en el Senado.
Y tiene posibilidades de hacerlo, porque los estados de Jalisco y Nuevo León, que son los que más aportan legisladores federales a MC, están en problemas, colocándolos en desventaja a la hora que Dante Delgado y su dirigencia tomen la decisión.
Los emecistas tapatíos, por ejemplo, se dividieron entre los cercanos a Enrique Alfaro, entre los que apoyan a Pablo Lemus, su candidato a gobernador, y los que están con el propio Dante.
En el caso de Nuevo León, Samuel García y su grupo están más ocupados en atender problemas domésticos que en la campaña federal.
Si bien es cierto que Luis Donaldo Colosio es su carta fuerte, en el partido naranja quieren que llegue al Senado con un perfil moderado y tome impulso para lo que viene en 2030.
Con esas consideraciones, la cercanía de Barrales con Dante y su experiencia en la política, ella va que vuela por la coordinación de su nuevo partido en el recinto de Reforma.
Recordemos que en 2018, como candidata del PRD, PAN y MC, contendió por la Jefatura de Gobierno de la CDMX frente a Claudia Sheinbaum.
Logró el segundo lugar con poco más de un millón 600 mil votos, contra 2.5 millones de la candidata de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT y PES).
Recordemos que como sobrecargo de aviación, hace casi tres décadas, Alejandra despegó su carrera en la política como dirigente del sindicato de pilotos y auxiliares de vuelo.
Sin embargo, en su trayectoria ha tenido que enfrentar no una, sino varias turbulencias por acusaciones de escándalo y corrupción, de las cuales ha salido bien librada.
Varios de los señalamientos los atribuyen al rompimiento que se dio con Andrés Manuel López Obrador en 2017.
En aquel tiempo, ella era dirigente del PRD cuando el tabasqueño le pidió que renunciara y se convirtiera en la presidenta del Partido del Trabajo.
No había una buena relación de AMLO con tribus del perredismo, particularmente con Los Chuchos, y lo que buscaba era “robarse” su estructura para construir una plataforma alterna que le permitiera lanzar su candidatura presidencial.
Ella se negó a obedecer tan indecorosa proposición, provocando que el hoy presidente tomara la decisión de abandonar al partido del Sol Azteca y construir Morena.
De aquellos polvos, estos lodos, podría decirse, porque Barrales nunca atendió los designios del tlatoani de Palacio.
Y ahora la quieren menos. Hizo mancuerna con Sandra Cuevas para buscar el Senado, en cuya elección enfrentarán a Omar García Harfuch y a la ex fiscal Ernestina Godoy.
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DESDE BAJA CALIFORNIA SUR dicen que quien está siendo protegido por el gobernador Víctor Manuel Castro Cosío es el ex mandatario Narciso Agúndez, a pesar de que López Obrador lo llamó traidor, porque fue uno de los personajes que, en 2006, reconoció de inmediato el triunfo de Felipe Calderón y le dio la espalda a la 4T.
Ahora su sobrino Christian Agúndez fue designado candidato a la alcaldía de Los Cabos. Pero además otro sobrino político, Jonathan Zamudio Olachea, fue postulado candidato a diputado local. Ambas candidaturas las desconocía AMLO, como lo dijo en la mañanera del viernes.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “El regreso a la política es como volver a montar la bicicleta: una vez que aprendiste, nunca lo olvidas”.
POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO
ALFREDO.GONZALEZ@ELHERALDODEMEXICO.COM
@ALFREDOLEZ
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