Personaje de una pieza, con una sólida formación abreviada en la doctrina social cristiana y en el desempeño político de su partido de toda la vida. Tiempos aquellos en que la militancia era por convicciones y no por circunstancias.
Ese era don Efraín González Morfín, panista quien compitió con Luis Echeverría por la presidencia de la república en 1970, donde obtuvo más del 13% de la votación. Conviví con él, cuando fue secretario de Educación del gobierno de Jalisco, y yo titular del libro de texto de la SEP, esto, a finales de los años noventa.
Conversando con don Efraín me decía: “sí, me opuse al libro de texto de López Mateos por su condición de único; si bien los libros de la época eran pocos, caros, con limitada circulación y de escasa calidad, le daban al padre de familia la opción de tomar uno u otro. Un acierto posterior del programa del gobierno fue que el Libro de Texto Gratuito, llegó a todos los niños del país y eso lo reconozco”.
Don Efraín postulaba dentro de su partido el solidarismo y la tesis de la subsidiaridad. Para entender esto último, pensemos en lo que alguna vez dijo Kennedy: “No pienses que puede hacer los Estados Unidos por ti; piensa más bien que puedes tú hacer por los Estados Unidos”.
Aquí el punto es la responsabilidad del ciudadano por contribuir con su comunidad y no descansar obsesiva y excesivamente en ella, o en su gobierno. Él iba en contra de la caridad cristiana y el asistencialismo que inhibe la acción del pequeño emprendedor y lo convierte en esclavo de la dádiva pública. Una de sus facetas poco conocidas fue sus estudios y militancia jesuita, vida de religioso que dejó, más no su catolicismo.
Una de sus realizaciones como titular de educación del estado fue la integración de los dos sistemas previos: el estatal creado durante varias décadas por el gobierno de la entidad y el recién transferido sistema federalizado. Don Efraín fue un buen funcionario: a todo mundo escuchaba y a todas las escuelas que lo invitaban, asistía.
POR ANTONIO MEZA ESTRADA
COLABORADOR
MAAZ