Por si faltara algo más para comprobar el grado de brutalidad que se vive en nuestro país, leo la noticia de la muerte de Adriel Moreno Mejía, de 11 años, a causa de una golpiza que le propinaron dos de sus compañeros de clase en una escuela en el municipio de Santiago de Anaya, en Hidalgo. Atroz.
Casos como este se han dado en México y el resto del mundo desde hace muchos años, pero me atrevería a decir que aquí aparecen cada vez más y que no se ha tomado medida alguna para remediarlos. Estos hechos nos muestran las agresiones de las que somos capaces los seres humanos sin importar nuestra edad ni condición.
¿Será que desde que nacemos tenemos motivaciones asesinas? o por el contrario ¿nacemos percibiendo los sentimientos de los otros? peor aún… ¿lo que sientan los demás cuando somos niños nos vale un comino? Veamos un ejemplo de cómo se va modelando nuestra empatía. Lo podemos ver en el cunero de cualquier hospital.
Si un bebé comienza a llorar, pronto el llanto se generaliza entre todos los recién nacidos. La razón es que en los primeros meses de vida los humanos no distinguimos entre lo que nos pasa y lo que les pasa a los otros. Los neonatos son un todo con el resto del mundo, para ellos aún no hay un yo y un ellos.
En la mayoría de los casos, a los 18 meses los bebés comienzan a consolar a otro; y entre los dos y tres años esta conducta se vuelve mucho más frecuente. La aparición de estas conductas obedece a un correcto desarrollo emocional, pero también cognitivo.
Esto es, conforme vamos madurando neurológicamente nos volvemos capaces de entender la perspectiva de los demás y nos volvemos capaces de la compasión. Este complejo tema que tiene que ver con el desarrollo de la moralidad y que nos lleva a las verdaderas raíces la violencia, fue estudiado por psicólogos como el suizo Jean Piaget en el siglo XX. Por ello, se le considera como pionero en la investigación del desarrollo humano.
Para Piaget, una conducta estimada socialmente correcta es producto de la madurez y capacidad de reflexión del individuo. Si no se da esta capacidad introspectiva es imposible comprender a los otros. Muchos investigadores coinciden en que todas las personas pasamos a lo largo de nuestras vidas por una serie de niveles evolutivos morales.
Pero no todos los individuos alcanzan niveles superiores. Si no se da en los primeros años de vida una relación o vinculación emocional sólida, que permita compenetrarse con el otro (la madre, el padre, el tutor, un hermano, etc.) el niño crecerá con un deficiente desarrollo empático y problemas de socialización.
Entonces, ¿qué nos está pasando como sociedad? Recordemos que en lo que va de está administración más de 180 mil mexicanos y mexicanas han sido asesinados y, lo peor, nos dicen que todo va bien y que no está sucediendo nada. Vergüenza debería de darle a las autoridades su indiferencia ante tanta pérdida y dolor.
POR TERE VALE
COLABORADORA
@TEREVALEMX
MAAZ