LA ENCERRONA

Ayotzinapa y su eterno retorno

“Se va a arreglar la puerta y no hay ningún problema, pero lo que quieren es provocar” López Obrador

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En el imaginario colectivo de las y los mexicanos, hablar de Ayotzinapa se ha convertido en un hito, un cisma que “sacudió la arena política” de los tiempos recientes. Las consignas de “vivos se los llevaron, vivos los queremos” y “faltan 43” retumban en cada rincón de México y se han vuelto en un símbolo de la descomposición social y desdén político.

Fue el principio del fin para el gobierno de Peña Nieto y una de las banderas más icónicas que utilizó Andrés Manuel López Obrador para sacar al PRI de Palacio Nacional y hacerse con el poder.

Sin embargo, aquella lucha legítima por saber en realidad qué fue de la “verdad histórica” hoy tiene a un alto funcionario del peñismo en prisión y a otros tantos de la actual administración dimitiendo a sus funciones y los que llegan siguen dando vueltas en círculo sin poder dar respuestas fidedignas a los familiares y amigos de los desaparecidos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero, que desde aquella madrugada del 26 de septiembre de 2014 no encuentran paz ni claridad en los reportes emanados por las autoridades.

Como en cualquier rubro, una cuestión no resuelta es problema latente y que causa mayor descontento social (por decir lo menos). Nietzsche “puso en la mesa” la teoría filosófica del “eterno retorno”, donde expuso que todas las situaciones pasadas, presentes y futuras se repetirán eternamente.

Un “loop” infinito en el cual, si no aprendes de él, te explotará en la mano como una granada sin espoleta. De este modo, por la falta de certezas, de atención, de diálogo y de soluciones, le ha “explotado” el caso Ayotzinapa a López Obrador; lo que fuera un tema prioritario de su sexenio  —mismo que desdeñó—, hoy es su pesadilla.

A este desdén permanente se le suma el asesinato de Yanqui Rothan Gómez, también estudiante de la misma Normal en Ayotzinapa, a manos de la policía de Guerrero, aunado al incidente en el que un grupo de encapuchados, acompañados de madres y padres de los 43 estudiantes desaparecidos, irrumpieron en Palacio Nacional tras romper vallas y dañar una puerta del recinto reclamando diálogo con el Presidente y consignando, una vez más, “nos faltan 43”.

Como ha sido una costumbre, el inquilino de Palacio prefirió “hacer oídos sordos” a las legítimas peticiones y sólo informó que la puerta de “su residencia” se iba a reparar con prontitud.

Otra promesa rota, un compromiso más sin cumplir y otro vacío para las y los mexicanos. A falta de solo unos meses de este gobierno, es claro que el hito de “los 43” no se resolverá y esta herencia maldita continuará para la próxima presidenta, que, como apuntan todas las encuestas al día de hoy, será Claudia Sheinbaum, quien deberá dar una solución real y fidedigna para los padres de los desaparecidos y así ponerle fin al eterno retorno de Ayotzinapa.

Lastimosamente, sabemos que tampoco sucederá y toda la opacidad, las violaciones a los derechos humanos, la falta de control del Estado, la impunidad, desazón y falta de respuestas quedarán como un fantasma que camina por todo el país. 

POR ADRIANA SARUR

COLABORADORA

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM  

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