ARTE Y CONTEXTO

Más es más y menos es aburrido. Iris Apfel

Cuando alguien dice que la moda es frívola, me parece que el frívolo es el que piensa que lo es

OPINIÓN

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Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Iris Apfel fue uno de los grandes iconos de los mejores años de la moda en el mundo. Apenas murió el primero de marzo de este año a los 102 años de edad; lo hizo lúcida, en prosperidad, con un gran reconocimiento y como una de las mujeres ricas más divertidas que he conocido (por internet).

Ella es como la reina Isabel o como Raquel Tibol para mí, porque siempre las vi como unas viejitas independientemente de la edad que tuvieran ellas o yo.

Sin embargo, a diferencia de las otras mencionadas, Iris es mi favorita. Esto es obvio, porque las otras dos resultaban ser muy ñoñas en su vestimenta y su sentido del humor dejaba mucho qué desear.

Las tres eran brillantes e inteligentes, sobre todo Raquel Tibol, porque ahora que le dieron la oportunidad a la realeza de abrir la boca, la verdad es que dejan mucho qué desear así que por la difunta reina no respondo en ese sentido.

Iris Apfel estudió historia del arte en la Universidad de Nueva York y arte en la Universidad de Wisconsin. Fue excéntrica toda su vida pero se le notaba más ya de anciana porque seguía vistiendo de manera recargada y hablando con desparpajo, pero siempre fue así.

Lo sé porque esta semana me di a la tarea de buscarla en fotos y entrevistas en todas sus edades y me pareció aún mejor de lo que pensaba. Desde muy joven amaba la moda ¡y cómo no si te hace sentir bien y erguirte bonita cuando más lo necesitas! Su mamá no tenía mucho dinero pero ella sabía cómo comprar y, sobre todo, escogía accesorios lindos que eran más baratos que las prendas de tela.

Eso era todo, complementaba sus ajuares con muchas pulseras y collares así que lo demás era lo de menos. De hecho, una de sus grandes frases era que más es más y menos es aburrido: “More is more and less is a bore”, en inglés, que tiene más sentido.

A lo largo de mi vida como escritora de arte me he dedicado también a escribir sobre mercados públicos y sobre moda (mundana y de la otra) y pasado el tiempo he confirmado que todo ello está en la misma canasta, es decir, en la de la cultura y el arte. Sin moda no hay una manera hermosa de ver cómo han transcurrido los siglos, cómo se han integrado los colores y las telas a la historia de la humanidad, cosa que incluye el feminismo, por si no lo sabían.

¿Imaginan la primera vez que una mujer tuvo su propio bolso que contenía su barra de labios, algunas cositas personales y algo de dinero? Es la diferencia entre andarle pidiendo o no al marido para comprar calzones como se dice. También tenemos el ejemplo de las “flappers”, que son las chicas de las guerras que se quedaron a trabajar en las fábricas mientras sus maridos se iban a matar con los maridos de otras, así que se tuvieron que cortar las trenzas para que no se les atoraran en las máquinas y no morir degolladas o algo así de feo, lo que nos lleva al invento del “Bob”, un corte de cabello muy recurrido todavía.

Lo mismo con las faldas enormes, que tuvieron que reducirse y así, al fin descubrieron que tenían piernas bonitas. Me parece que por eso se inventó el charleston, que es un baile donde tienes que sacudir mucho las piernas y pantorrillas con movimientos exagerados doblando las rodillas, para que se movieran las plumas del pelo y los flecos de los minivestidos.

Total, que Apfel me trae demasiadas reflexiones a la cabeza, la del amor incluído, porque ella se casó con el hombre que amaba y se la pasaron increíble juntos. Formaron su propio negocio de decoración y se separaron con la muerte de él, Carl Apfel, a los 101 años de edad, así que tuvieron tiempo de disfrutar de viajes para comprar objetos para las distintas damas de la Casa Blanca, por ejemplo y de ver el mundo tomados de la mano.

Iris Apfel era una mujer increíble, brillante, con un guardarropas y una colección de arte impresionantes, con amor por la vida y por la belleza.

Por eso, cuando alguien dice que la moda es frívola, me parece que el frívolo es el que piensa que lo es. Estoy segura de que voy a recurrir a ella más veces para escribir sobre las cosas que hoy se me escaparon, pero un ejemplo de la importancia que tiene alguien como ella y ese mundo me lo dio Enriqueta Cruz, madre de Brenda Quevedo, la chica injustamente culpada, torturada y encarcelada por la supuesta muerte del hijo de Isabel Miranda de Wallace en una entrevista, cuando le pregunta el periodista:

— ¿Y usted cómo hace para seguir de pie a pesar de todo?

— No se crea, a veces me caigo pero me levanto. Me veo al espejo, me pongo un poco de rímel y salgo a confrontar el día.

¿Quién de ustedes se atreve a decirle frívola a Doña Enriqueta por usar el rímel como si fuera su armadura? Yo no. Por eso casi todos los días trato de arreglarme aunque me cueste a veces verme al espejo. Me doy una manita de gato si es necesario, y sí me sirve.

Ahora también me colgaré los collares que tienen años en el closet y me pondré muchas pulseras de un jalón para que no se note, por ejemplo, que mi blusa tiene un hoyito. Así que viva la moda y las mujeres como Iris, que nos enseñaron que hay que divertirse con la vida y sentirse bien utilizando su conocimiento del arte (o de lo que sea) para combinar los accesorios como se nos dé la gana.

POR JULEN LADRÓN DE GUEVARA

CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX 

@JULENLDG

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