ECOS DE LA CIUDAD

Polarización, agresividad y violencia

Los etólogos distinguen habitualmente los términos agresividad y violencia, etiquetando el comportamiento de los animales como agresividad y reservando el concepto de violencia para las acciones humanas

OPINIÓN

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Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En esta columna no nos cansaremos en insistir en poner un freno a nuestras pasiones desbordadas y a la polarización exacerbada que se pretende justificar en el debate político y en la contienda electoral de 2024.

Que si bien será la más grande y competida de la historia, por ningún motivo debemos permitir que nos enemiste con nuestros familiares y amigos, ni mucho menos que incendie al país por disputas estériles, donde solo ganarán los candidatos que polarizan a sus electores para que sean solo sus sentimientos la brújula que guíe el ejercicio de su sufragio. 

Por ello, es oportuno preguntarnos como lo hace Irene de Puig en su ensayo denominado ¿Puede ayudar la filosofía a prevenir la violencia?  Si esta ¿es un comportamiento natural, instintivo e irrefrenable o bien aprendido y por tanto, regulable?  

En las condiciones en las que hoy se debate el mundo, sumidos en olas de violencia generadas por conflictos bélicos como el de Ucrania o el de la Franja de Gaza.

La brutalidad proyectada en las series televisadas o la que nos arroja a la cara la realidad todos los días en los noticiarios y periódicos de circulación nacional con una larga lista de asesinatos, violaciones y caos. Hay muchas personas que se cincelan la idea de que los humanos somos agresivos y violentos por naturaleza, que la brutalidad forma parte de nuestra condición innata.  

No obstante, para profundizar en el tema, es deseable distinguir entre lo que implica la agresividad y la violencia para lo cual asumiremos la concepción de la filósofa De Puig, la de que la agresividad es consustancial al ser humano y remite a impulsos defensivos para salvaguardar la integridad de uno mismo.

En cambio, la violencia es una actitud o comportamiento que constituye una violación o un arrebato al ser humano de algo que le es esencial como persona.  

Los etólogos distinguen habitualmente los términos agresividad y violencia, etiquetando el comportamiento de los animales como agresividad y reservando el concepto de violencia para las acciones humanas. Los animales –dicen- no matan si no es para procurarse en alimento o para defenderse, en cambio, el hombre mata gratuitamente y, a veces, demasiadas ocasiones, a otros hombres. 

Tal como afirma Konrad Lorenz la agresividad es un instinto y, por tanto, un rasgo seleccionado por la naturaleza que incrementa la eficacia biológica de su portador. 

La agresividad, pues, es aceptada como instinto natural en todas las especies animales, aunque las actitudes y conductas agresivas, así como sus diferentes formas de gestarse y manifestarse pueden experimentar variaciones significativas según la especie animal a que nos podemos referir.

Cuanto más evolucionada sea la especie animal, más complejas y matizables son sus conductas agresivas. Así pues, la agresividad como instinto, tiene que ver con el instinto de conservación de la especie, es decir, consiguiendo o defendiendo territorio para desarrollarse, comer para subsistir, buscar compañeros o compañeras para reproducirse y perpetuar la especie.

La violencia puede ser tomada como la desmesura, la agresividad, puede ser el descontrol, la intencionalidad irracional y desproporcionada al estímulo inicial, a la situación o necesidad básica a vencer.

La agresividad es un potencial instintivo y necesario, la violencia, en cambio, según se acepta de manera generalizada, es una respuesta, que si bien se fundamenta en la capacidad agresiva, no mantiene relación proporcional con la finalidad que se quiere obtener. 

A menudo las conductas violentas son conductas gratuitas que producen sufrimientos innecesarios e injustos a quienes las padecen y no aportan beneficios visibles y tangibles a quien las ejerce. 

La violencia es una acción realizada por una o varias personas de forma intencional como el maltrato, la presión, el sufrimiento, la manipulación, el sometimiento. 

Son acciones violentas las que atentan contra la integridad tanto física como psicológica y moral de cualquier persona o grupo de personas.  O dicho de otra manera, la violencia es la presión psíquica o abuso de la fuerza ejercida contra una persona con el propósito de conseguir objetivos contra la voluntad de la víctima. 

A diferencia de la violencia pues, la agresividad es un mecanismo de defensa como respuesta a un peligro. La violencia en cambio implica una decisión puesto que no responde a una amenaza.

Desde una concepción personal, la polarización en extremo puede motivar distintos tipos y grados de violencia, de irracionalidad y de conductas que provocan odio e incluso sufrimiento desmedido.

De ahí la importancia de que todos los actores políticos y los ciudadanos seamos responsables para detener nuestros impulsos por decisiones de carácter político y podamos incentivar la tolerancia y el respeto al pensamiento distinto, al del otro, que tiene una concepción distinta de la nuestra.

POR HUMBERTO MORGAN COLÓN

COLABORADOR

@HUMBERTO_MORGAN

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