POLIEDRO

Acuerdo de Paz

Cada uno de los aspirantes tuvo la oportunidad de fijar su posición:  el candidato de Movimiento Ciudadano coincidió con la urgente necesidad de salir del horror de la violencia y se comprometió a trabajar por la paz

OPINIÓN

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Marco Adame / Poliedro / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Animados por un claro compromiso por la paz, acompañados por un proceso de diálogo nacional serio y responsable que incluyó a expertos, víctimas y comunidades afectadas por la violencia; y con la persistencia  y consistencia que han mostrado los obispos mexicanos al levantar la voz ante la ola de violencia y criminalidad que lastima al país, se concretó la firma del Acuerdo de Paz con los aspirantes a la presidencia de la republica. 

El hecho es por demás significativo, por un lado acredita la autoridad moral de la iglesia católica y su legítimo interés y derecho para participar -en congruencia con su misión y desde el ámbito de su competencia como asociación religiosa- en la construcción de una sociedad más justa, más solidaria y pacífica; y por el otro, coloca en el centro de la conversación y de la agenda electoral el tema de la seguridad y fortalece el compromiso de los aspirantes  presidenciales con la agenda de paz. 

Cada uno de los aspirantes tuvo la oportunidad de fijar su posición:  el candidato de Movimiento Ciudadano coincidió con la urgente necesidad de salir del horror de la violencia y se comprometió a trabajar por la paz. La candidata Xóchitl Galvez hizo suyas las propuestas,  llamó a desmilitarizar la seguridad pública y a construir, con claridad, determinación y compromiso,  las condiciones para una paz justa y duradera.  

La candidata oficial, aunque dijo estar abierta a trabajar en las coincidencias y dejó escrita  su disposición a seguir dialogando, expresó diferencias de fondo con el documento de los obispos. No coincido, dijo,  con las referencias a una supuesta militarización en el país… No comparto la evaluación pesimista del momento actual… Tampoco coincido con la visión de que prevalecen el miedo, la impotencia la desconfianza y la incertidumbre… No coincido con la descripción del problema en el tema de seguridad… ni en que la estrategia de seguridad ha sido insuficiente…”. En otras palabras, no coincido con la realidad. 

Como se puede advertir, durante esta campaña se debaten dos modelos de nación y, por tanto, de seguridad: por un lado, el de la continuidad de una estrategia de seguridad fracasada, que ha generado dolor y muerte a lo largo y ancho del territorio nacional bajo la consigna de “abrazos no balazos”. Esta propuesta es defendida por los candidatos de Morena, implica la claudicación y, en muchos casos, la complicidad con la delincuencia y el crimen organizado. 

Por otro lado, la propuesta de cambio, enarbolada por Xóchitl Galvez, que promueve la defensa del estado de derecho y el compromiso con los ciudadanos y sus familias, no con los delincuentes. La que asume el reto de defender la vida y el patrimonio de los mexicanos, la libertad  y el derecho  a vivir en un Mexico sin miedo; una propuesta comprometida con el  respeto al orden institucional y orientada a fortalecer  las capacidades de los tres ordenes de gobierno, en especial,  a los municipios y a promueven políticas públicas de seguridad que pongan en el centro de las decisiones a las personas, a las familias y a las comunidades, no al gobierno. 

La elección del 2 de junio, es un cruce de caminos, una disyuntiva entre seguridad ciudadana con democracia y libertades y el autoritarismo y la autocracia. Los ciudadanos tenemos la última palabra. 

POR MARCO ADAME
ANALISTA Y CONSULTOR POLÍTICO 

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