EL SARTÉN POR EL MANGO

La autoridad se gana no se proclama

Algo más que el revuelo habitual que levanta las mañaneras del presidente, fue el escándalo que provocó

OPINIÓN

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Paz Fernández Cueto / El sartén por el mango / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Algo más que el revuelo habitual que levanta las mañaneras del presidente, fue el escándalo que provocó proclamar su autoridad moral y política por encima de la ley. Indignado ante los cuestionamientos de Natalie Kitroeff encargada de la oficina del New York Times en México, a propósito de un reportaje de agencias de EU vinculándolo a él y a su familia con el narcotráfico, dio a conocer el número de teléfono de la reportera.

Y al preguntarle si este arranque vengativo violaba la ley de protección a datos personales, confesó públicamente lo que ha venido haciendo a lo largo de todo el sexenio: imponer su autoridad por encima de la ley, de esa ley plasmada en la constitución que juró solemnemente respetar el día de su toma de posesión como presidente.

¿Sabrá el presidente lo que significa tener autoridad? ¿No será que confunde popularidad con autoridad? Ciertamente López Obrador aún goza de la popularidad que proporciona el populismo. Sin embargo, creer tener autoridad no significa tenerla: la autoridad moral o política se gana no se autoproclama.

Dudo de la autoridad moral de quien viola su compromiso de respetar la constitución, es decir, de hacer cumplir la ley que en ella se plasma, empezando por él mismo. Por tanto, dudo de la autoridad moral de quien es incongruente, de quien dice una cosa y hace otra, de quien no predica con el ejemplo, de quien, a falta de autodominio se deja llevar por sentimientos viscerales descargando su ira con la ofensa, la calumnia, el desprecio o la persecución, contra quienes no piensen como él.

Dudo de la autoridad moral de quien desconoce arbitrariamente las normas universales de convivencia que regulan el comportamiento humano como es el respeto a la intimidad de las personas o el resguardo de la naturaleza. Quien no respeta la intimidad divulgando datos personales, tampoco respeta la naturaleza adjudicándose el derecho de destruir cenotes milenarios, talar bosques, afectar seriamente ecosistemas y así sucesivamente.

Dudo de la autoridad moral de quién está en crisis permanente con la verdad. La soberbia, la ambición y el desenfreno le tienen pavor a la verdad. La verdad asuste porque compromete. Reconocerla tiene sus consecuencias y eso da miedo. Preferible es para el presidente sustituir la verdad por otros datos: los suyos. Quien padece crisis frente a la verdad confunde la realidad con la fantasía, distorsiona conceptos fundamentales como libertad, derechos de la persona, dignidad o moralidad, vaciándolos de su contenido y significado para acomodarlos a su propia conveniencia.

Dudo de la autoridad moral de aquél cuya estrategia política es mentir sistemáticamente, reemplazando la tiranía por el capricho de lo que dice mi dedito, o por la arbitrariedad de un YO superlativo que acaba creyéndose sus mentiras. Para cerrar el paso a la verdad siempre hay motivos, nunca razones suficientes capaces de confrontar los interrogantes de los demás. De ahí que el presidente evada la transparencia y la rendición de cuentas aludiendo a la seguridad nacional cuando en realidad, es en defensa personal.

Desorientado así mismo frente al bien, el presidente es incapaz de reconocer lo bueno en sí mismo, si no se traduce en votos a favor de su movimiento. Por esto, dudo seriamente de la autoridad moral de quien le apostó a la ignorancia del pueblo ordeñando el presupuesto en educación, de quien fue capaz de castigar, de la misma manera a la investigación y a la ciencia, de quien intenta sustituir la historia y la biología por trasnochadas ideologías, de quien no visualizó la tecnología pensando en el futuro.

Y en relación con la autoridad política, dejemos al juicio de la historia evaluar las cifras duras que el CENEVAL arroja como saldo de este gobierno: un país bañado en la sangre de 180 mil muertos víctimas de violencia, 40 millones de mexicanos sin medicinas ni servicios de salud, 20 millones en extrema pobreza, la que no alcanza para comer, mientras continúan las pérdidas millonarias de PEMEX y los despilfarros en obras emblemáticas de la 4T como Dos Bocas, el Tren Maya o el AIFA las cuales, lejos de producir, dejan al país endeudado. López Obrador lanza al final una frase lapidaria: “no puede haber ley por encima de un principio sublime que es la libertad”.

Y yo me pregunto: ¿Será que su interpretación de libertad le da derecho a estar por de la ley? Dudo de la autoridad moral y política de quien intenta eliminar los contrapesos para imponer la tiranía de un poder absoluto: el suyo.

POR PAZ FERNÁNDEZ CUETO
COLABORADORA

@fernandezcueto.com

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