“El comportamiento del consultor y el hecho de que hayan dejado en ocasiones de cumplir con su función original afecta al día a día de la política” Rafael Rubio
Es conocido en el círculo rojo de la política, no solo la mexicana, sino a nivel internacional, que una figura irrumpe esta arena: el consultor en comunicación política. Pero, ¿qué es o cuál es su desempeño dentro del complejo mundo político? La respuesta a este cuestionamiento no puede ser una sola, porque si bien esta figura ha existido desde que el quehacer político ha logrado impregnar de imágenes y mensajes a la sociedad, también ha mutado como los mismos personajes políticos, campañas y llamamiento al voto. Veamos.
Fue en Estados Unidos en la década de los 50 cuando el actuar de los políticos pudo masificarse a través de la prensa escrita, posteriormente la radio y, como parteaguas de este efecto, la televisión. En aquellos momentos existían ya los consultores en comunicación política, aunque con distintos nombres y dimensiones, eran personas dentro de los equipos de campaña, incluso algunos habían sido profesionales del periodismo o guionistas televisivos y estos adecuaban fotos, imágenes y discursos a la plataforma política del partido y candidato en turno.
Sin embargo, en la actualidad, aparejado de las nuevas y múltiples dimensiones de la comunicación, también los personajes políticos han tenido que adaptarse. Hoy ya no se compite solamente contra otro partido político o contra otro candidato, hoy el contenido político (ya sea en el ejercicio de gobierno o en campañas electorales) debe competir por ganar la atención del espectador y potencial votante. Ganarle a la programación infinita de las plataformas de streaming, competir por ser visto algunos segundos en redes sociales, despertar sus emociones para movilizar a la ciudadanía hacia las urnas. Una tarea muy compleja en estos tiempos.
Ahí reside la emergente incursión de estos nuevos actores en el entramado político. Tenemos ejemplos claros que ahora se le da mayor importancia a la mercadotecnia y, en muchas ocasiones, en detrimento de la política misma. ¿Qué te dicen unos tenis “fosfo”? ¿Qué comunican los videos en tiktok pronunciando frases en inglés? ¿Cuál es la información relevante en los spots? En realidad nada, hoy más allá del contenido, se busca que sea “llamativo”, jingles que se queden en tu cabeza a lo largo del día y esperar que dure hasta el momento de cruzar la boleta.
Hasta aquí todo bien, el consultor político se adapta a los tiempos en conjunto con la o el candidato. El problema es cuando se prioriza la comunicación y la mercadotecnia a la política. El ejemplo de manual es lo sucedido con Movimiento Naranja y su derrumbe político en estas elecciones cuando se decidió que el “gurú en mercadotecnia” tomara las decisiones que corresponden al político. Dice el experto en comunicación política y académico, Rafael Rubio, que “la característica del gobierno del siglo XXI es un triángulo, por un lado la administración y políticas públicas (policies), la articulación de consensos y armonización de intereses colectivos (politics) y la comunicación. Los tres en equilibrio total”. Si alguno de estos tiene más preponderancia, “el taburete” se cae.
Estos “nuevos” personajes se tienen que dimensionar en su justo medio. Sabemos que la comunicación es un elemento transversal del ámbito político, pero este no debe permear a la política en sí misma porque terminará por vaciarla (aún más). También debemos entender que, como en todos los ámbitos, existen consultores profesionales y charlatanes que creen que como “solo es comunicación, cualquiera lo puede hacer”. Las y los políticos comprenderán con el tiempo que esta figura debe ser la adecuada para poder hacer lucir su trabajo y para robustecer a la política.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
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