LA ESCENA EXPANDIDA

La dificultad de pensar la escena

Los jóvenes aspirantes a ser bailarines profesionales, ¿están pensando en los lenguajes y en las técnicas? ¿o sólo están considerando la posibilidad de una remuneración económica?, ¿se puede pensar en ambas cosas?

OPINIÓN

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Juan Hernández / La escena expandida / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Asistimos al Centro Morelense de las Artes, el 1 de febrero, a participar en un conversatorio con alumnos de danza de esa casa de formación artística, en el marco del Festival Integra “Ideando estrategias y generando arte”. El lugar físico en donde se imparten varias disciplinas creativas es acogedor, se respira historia, tradición, memoria.

Entre dificultades técnicas, por falta de “señal”, que refleja también carencia de recursos para una institución pública del estado de Morelos, intentamos establecer vínculo con los jóvenes, algunos muy interesados en comprender la naturaleza y la esencia de un arte de suyo compleja en su dimensión poética y filosófica.

Los ponentes, además de quien escribe, fueron la maestra Alida Piñón, editora de Artes de El Heraldo de México; la profesora de danza Pilar Guzmán y el bailarín Diego Vega. Todos enfocados en responder preguntas como: ¿Cuáles son los desafíos económicos a los que se enfrentan los artistas escénicos en la actualidad? ¿Cómo creen que las artes escénicas influyen en la sociedad actual desde una perspectiva generacional? O ¿Cuál es el papel de los medios de comunicación en la comprensión de las artes escénicas en el contexto actual?

Ver las caras de jóvenes ávidos de saber, motiva a reflexionar sobre aquellas preguntas que se han hecho con mucha frecuencia y que no parecen tener una respuesta, porque el estado de la cuestión se modifica constantemente, al ritmo en que las tecnologías y los avances científicos transforman nuestra manera de ver el mundo.

De todos modos, sigue apareciendo en primer plano la preocupación de lo económico, es decir, ¿podré vivir de hacer danza? Una pregunta que se antepone a cuestiones artísticas, a preguntas sobre lenguajes, o en relación con la tradición y la historia de las artes escénicas en México, o en relación con el pensamiento que ha estructurado una teoría o varias para explicar la práctica escénica, en este caso de la danza.

La gran preocupación no se centra en la naturaleza y en la identidad de la danza, sino en sus consecuencias prácticas, en las que concretamente se tendría que hablar de números y posibilidades de éxito no en el sentido artístico sino en el económico y, no, no es lo mismo.

Preocupa entonces que las nuevas generaciones estén en formación sin una guía que les refiera a temas sustanciales para incidir en un futuro en el movimiento escénico del siglo XXI, con propuestas de pensamiento del arte que revolucionen o transformen lo que hoy es asumido como un paradigma artístico.

Algunos jóvenes, los menos, quieren saber de esto, de lo espiritual en el arte, de su valor, no de cambio sino de uso, el que es propio de la naturaleza de la danza y su necesidad en la sociedad.

El intercambio entre los ponentes y la audiencia fue relativamente corto. Sin embargo, dejó en quien esto escribe inquietud, pues la mayoría de esos jóvenes lo que quieren es bailar. Por eso están en esa escuela, para formar el cuerpo y hacer actos físicos desafiantes. No hay de parte de ellos, un solo cuestionamiento, en el sentido de ¿qué es la danza?, y ¿para qué se hace danza? O en otro caso, ¿cuál es el objetivo de moverse? Preguntas que detonarían una reflexión en relación con el pensamiento que determina una acción poética, una creación escénica que aspira al momento epifánico, en el que lo sagrado se manifiesta. Eso que le da sentido a la danza: esencia, identidad y sustancia.

La deflación de la consciencia provocada por la falta de esperanza, de acuerdo con ideas del filósofo Mark Fisher, afecta profundamente a las nuevas generaciones, que buscan en cada una de sus acciones la satisfacción inmediata; y que en su actitud la rebeldía no existe, y en cuyos pensamientos, la idea de un futuro diferente se ausenta, por lo que se resigna a la inacción.

Deseable es que la pasión que sienten al bailar despierte esas consciencias, para buscar el sentido de la acción artística, de la síntesis del mundo en un espacio-tiempo único e irrepetible; y la importancia vital del arte en la supervivencia del alma humana.

POR JUAN HERNÁNDEZ

COLABORADOR

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