COLUMNA INVITADA

La solución a la crisis ambiental, de la voracidad al holismo

No necesitamos ser ambientalistas para darnos cuenta de la voracidad con la que estamos contaminando

OPINIÓN

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José Lafontaine Hamui / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Erich Fromm señaló que, aunque millones de personas compartan los mismos vicios, estos no se convierten en virtudes. Como ocurre con cualquier programa de recuperación, el camino de regreso a la cordura comienza en el momento en que reconocemos el problema. Lo tenemos claro, aunque no lo aceptemos. Nos dirigimos rápida y directamente hacia la extinción; en años recientes, cruzamos el punto de inflexión. Hemos emprendido un viaje por la sombría tierra de la disfuncionalidad negada. Hemos creido sin dudar en una serie de creencias falsas sobre consumir todo y a todos de manera voraz e inmediata; parecemos más una colonia de termitas que los seres evolucionados que decimos ser.

No necesitamos ser ambientalistas para darnos cuenta de la velocidad y voracidad con la que estamos contaminando y consumiendo los recursos naturales del planeta, pagando el costo; la extinción.

Bruce H. Lipton señala en su libro la “Biología de la Transformación”, que en el tejido interconectado de la vida, desde nuestras células hasta la civilización, se revela un patrón fractal que desafía las percepciones arraigadas. A medida que enfrentamos desafíos como el cambio climático y la pérdida de especies, emerge la urgencia de comprender que la supervivencia individual se entrelaza con la del conjunto. Estos patrones fractales autosimilares en la naturaleza, tienen dicha  interconexión entre todos los niveles de organización. La necesidad común de oxígeno, agua y alimento para la supervivencia de células, individuos y la civilización en general. La ecuación es simple: Lo beneficioso para uno repercute en el bienestar de todos, y viceversa. Aunque esta idea parece sensata y de sentido común; hoy en día, el sentido común no es tan común.

Necesitamos un cambio de paradigma sobre la falsa creencia de la supervivencia del más apto, para cambiarlo hacia la supervivencia del más adecuado. La actividad humana debe dirigirse hacia la prosperidad del sistema.  Somos ya 8.000 millones de humanos actuando de manera inconsciente y utilizando su energía con propósitos de conusmo destructivo, sobra decir que ya no somos una sociedad biológicamente funcional.

Arthur Koestler destaca el concepto de "holón", en el cual cada entidad es parte y compuesta de algo más grande. La humanidad como holones, intrínsecamente vinculados a la red vital de la Tierra. La clave para la supervivencia radica en el bienestar del sistema global, con énfasis en células sanas, individuos saludables y un planeta sano. En un mundo desequilibrado por la exaltación de la individualidad, el "imperativo biológico" nos insta a reconsiderar nuestras acciones. La supervivencia ya no se limita a la aptitud individual, sino que requiere adaptabilidad colectiva, alineando la actividad humana con la prosperidad del sistema.

Para sobrevivir, tenemos que cambiar.  La cooperación y la reconciliación se presentan como la única ruta hacia el próximo nivel evolutivo. Nosotros, como el emergente "superorganismo multihumano", somos los únicos agentes de cambio en esta bifurcación. Al igual que los organismos unicelulares que se valieron de la inteligencia medioambiental para convertirse en organismos más eficientes, la sociedad humana debe valerse de esa misma inteligencia-conciencia y adoptar un nuevo sistema de creencias. Un ejemplo más convincente sobre la verdadera naturaleza de la vida, que nos muestra cómo salir del dilema de Malthus sobre la escasez para impulsarnos hacia nuestra próxima evolución, la que tiene que ver con los orígenes y el desarrollo de las formas de vida pluricelulares. ¿Por qué, y cómo, trillones de organismos unicelulares consiguieron combinar sus fuerzas para convertirse en nosotros? Con la respuesta a lo anterior, prepararnos para evolucionar y sobrevivir.

En nuestra cultura individualista, el concepto de la supervivencia del más apto hace alusión, en realidad, a la supervivencia de los individuos más aptos. Sin embargo, la triste verdad es que a la Tierra le es irrelevante quién o qué es el más apto. Lo único relevante es el impacto ambiental que toda la población ejerce sobre su metabolismo global. Debemos evaluarnos no solo en términos de si somos más aptos que los demás individuos o que otras especies, eso ya lo hemos superado; debemos evaluarnos para determinar si somos lo suficientemente adecuados. Lipton siembra la idea de que, al igual que sucedió con nuestros ancestros unicelulares, ahora debemos dejar atrás nuestra individualidad unicelular para evolucionar hacia un todo pluricelular coherente, en el que el interés individual y el interés colectivo planetario sean el mismo.

Como el experimento de las bacterias de John Cairns, en el que éstas aprendieron rápidamente a sobrevivir en un ambiente estresante, nosotros los humanos debemos involucrarnos en los procesos de mutación adaptativa aportando ideas sobre posibles cambios en nuestras creencias y comportamientos hasta que encontremos soluciones viables que sustenten nuestra supervivencia frente a los retos medioambientales que nos esperan, la supervivencia global depende de la interconexión y la adaptabilidad.

Nuestra cadena de creencias y expectativas distorsionadas, que de forma silenciosa han regido y limitado nuestra vida, ha creado un mundo a imagen y semejanza de nuestros peores temores y hábitos inconscientes. Cambiar el paradigma y esa cadena de creencias es lo único que nos pondrá en la ruta correcta hacia la supervivencia de nuestra especie y, por ende, del planeta que habitamos. El futuro es hoy, no es un sitio lejano donde todo se resolverá favorablemente gracias a las acciones de otros. Lo que nos encontremos al llegar quedará definido por nuestra elección entre dos caminos alternativos. Podemos elegir continuar en el mismo mundo que conocemos, el de las dualidades contrapuestas, en el que los fundamentalistas religiosos y los científicos reduccionistas polarizan. Este camino, nos conducirá al mismo destino al que nos acercamos ahora: la extinción inminente. O tomar una nueva ruta, regresar una vez más al punto de equilibrio, resolver nuestras diferencias buscando la armonía por encima de la polaridad. Si combinamos elementos aparentemente opuestos como el materialismo científico y la espiritualidad en un todo funcional unificado, tenemos la posibilidad de trascender esas dualidades históricas y experimentar una evolución que nos lleve a una versión de la humanidad que funcione mejor y resulte más sostenible.

Esta resolución, no es un “producto milagro” como los que vende Genomma Lab o una versión optimista de Miguel Ángel Cornejo. La visión positiva surge de la sabiduría que ofrece precisamente esa combinación. Dejar las percepciones-mito que alimentan directamente el caos global de nuestros días. La  integración entre la nueva ciencia y la antigua sabiduría espiritual, sin tener que ponerle algún nombre específico que nos permita describirla; sin embargo; “Holismo” no suena mal.

POR JOSÉ LAFONTAINE HAMUI

ABOGADO

@JOSE_LAFONTAINE

PAL