COLUMNA INVITADA

El Chino

Humberto Romero Pérez fue el eficaz gozne entre los dos Adolfos, en el momento de la consolidación del sistema político mexicano

OPINIÓN

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Antonio Meza Estrada / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Humberto Romero Pérez se inició en la vida pública como secretario particular del extraordinario periodista Francisco González de la Vega. Fue escalando a la par que se desempeñaba como jefe de prensa en diferentes oficinas de gobierno y concluía en la UNAM abogacía.  

Sin duda alguna, Humberto fue el eficaz gozne entre los dos Adolfos, en el momento de la consolidación del sistema político mexicano. Eran los años cincuenta y sesenta, justo al despunte económico del país cuando se alcanza la pacificación después de la Revolución y se despega el crecimiento productivo. Se veían las nuevas iniciativas sociales y la estabilidad contrastaba con los sinsabores de otros pueblos de centro y Suramérica, debilitados por golpes militares e inestabilidad política. 

Su ejercicio como brazo ejecutivo de López Meteos le valió el mote de “vicepresidente”, ejercido con prudencia y sabiduría. Humberto se decía de sí mismo como el “ministro que deambulaba por palacio con pantuflas, para no hacer ruido ni despertar envidias”. 

En los años cada vez más difíciles del gobierno de López Mateos, estaba presto para tomar la decisión oportuna en tanto el Presidente convalecía. Recordemos que el Presidente tenía neuralgias que lo doblegaban por varios días. Si bien la transición sexenal fue tersa hacia la gobernanza de don Gustavo, él no veía bien a Humberto, y lo congeló por seis años. Uno le decía al otro “tribilín” y el otro se dirigía a éste como “el chino”. 

Humberto y yo, nos tratamos bastantes años después y en repetidas ocasiones. Actuó como voluntario en las tareas políticas de la campaña presidencial del 94, ejerciendo su cercanía con Donaldo. A posteriori aportó en el tema del aguacate y el limón, cuando el Presidente Zedillo negoció con los Estados Unidos el desbloqueo a la importación de esos productos mexicanos, con grandes beneficios a la agricultura de la región. En sus años postreros, Humberto escribió un libro sobre “los dos Adolfos”, pero yo creo, que las mejores anécdotas, se las llevó consigo a su tumba.  

POR ANTONIO MEZA ESTRADA 

COLABORADOR

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