MIRANDO AL OTRO LADO

¿Cómo leer las encuestas?

Las encuestas se han convertido en un arma mortífera en la lucha por la Presidencia de la República

OPINIÓN

·
Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Las encuestas se han convertido en un arma mortífera en la lucha por la Presidencia de la República. A partir de los resultados reales o aparentes que arrojan las encuestas, las campañas construyen narrativas que luego se transmiten por diferentes vías hacia las franjas de población a las que quieren influenciar con su voto.

La campaña oficialista ha tenido la capacidad económica y política para crear la narrativa de una supuesta delantera de Sheinbaum inalcanzable por la oposición. La noción de los por lo menos 20 puntos de delantera ha sido repetida por múltiples medios de difusión, con la intención de crear la mística de la inevitabilidad de la victoria del oficialismo sobre la oposición.

Desde el inicio de este gobierno, se hizo lo mismo con la aprobación presidencial. Se promovió el mito de una aprobación de AMLO del 80%, del Presidente más popular del mundo. Fomentaron encuestas que hablaban de esos números y lo convirtieron en una narrativa sin fin. Hoy, cuando la aprobación presidencial anda por 52%-54%, como sucedió con Calderón, Fox y Zedillo, sin embargo sigue el mito del “Presidente más popular del mundo”.

Hay que reconocer la capacidad que tiene este gobierno para crear mitos como método para gobernar. Pero como son narrativas basadas en datos que pudieran, o no, tener correspondencia con la realidad, también son extremadamente vulnerables y frágiles.

Tan frágiles como para que las propias encuestas que pretenden dar sustento al mito de invencibilidad, también arrojen datos que contradicen directamente al mito, y reflejen que la realidad camina por otro lado.

Todo tiene que ver con la manera de estudiar y entender a las encuestas. La premisa fundamental de una encuesta, cualquiera y sobre cualquier tema, es el grado de su coherencia interna en términos de sus datos. Sería poco creíble una encuesta que, por un lado, arrojara que un producto tiene buena aceptación pública, y, por otro lado, que hubiera respuestas negativas a su uso o consumo. El contratante de la encuesta tendría que solicitar a la empresa encuestadora que le devuelva el dinero por una encuesta tan mal elaborada, supervisada y presentada.

Dicho de otra manera, si una encuesta descubre que hay rechazo a un producto, las preguntas siguientes tendrían necesariamente que arrojar luz sobre el porqué del rechazo.

Con las encuestas en materia político-electoral, la situación es la misma. La coherencia de los datos tiene correspondencia con la realidad. Por ejemplo, Calderón terminó su gestión con los mismos niveles de aprobación que actualmente tiene AMLO al cierre de su gestión.

Y el PAN perdió la siguiente elección presidencial. ¿Cómo explicar esto? México, como país de una tradición de respeto (por no decir genuflexión) a sus Presidentes y tiende a tenerle consideración al mandatario en curso. Peña Nieto es la anomalía en esa tradición, por su frivolidad y corrupción. Pero ese respeto no implica sumisión.

Entonces, ¿qué derrotó a Calderón y al PAN, en su momento? Principalmente la irrupción de la violencia y la presencia del narcotráfico en la vida nacional, a pesar de la buena aprobación presidencial. Siguiendo con la misma lógica, ¿qué puede derrotar a AMLO y Morena, a pesar de la buena aprobación presidencial?

El narcotráfico y la violencia. Las encuestas lo dicen con toda claridad. Por tanto, la narrativa del “Presidente más popular del mundo” como garante de la victoria electoral es sólo un mito vendido a quienes se lo compren.

La reciente encuesta del periódico El Financiero plantea con toda claridad la necesidad de una relectura de los datos, para quienes quieran leer la realidad, y no seguir con mitos preconcebidos. ¿Qué dijo la encuesta de El Financiero?

A pesar de la aprobación presidencial del 54%, la opinión general de los mexicanos sobre su manejo de la seguridad del país bajó a un raquítico 18% de aprobación. Y la opinión desfavorable en este renglón subió a un alarmante 71%. Con esos números, Morena se engaña y engaña, pensando que puede ganar la elección en cuatro meses.

Pero las malas noticias siguen: en el manejo de la economía, también sale reprobado el Presidente. 52% de los encuestados dicen que el manejo económico es malo y sólo el 27% lo aprueban.

En materia de corrupción hay un empate técnico: 38% piensan que es corrupto y otros 38% piensan que no lo es. 24% no saben qué pensar. La moneda está en el aire, por los rumores sobre la corrupción de sus hijos. A pesar de ser rumores, son creíbles, pues la gente ve como factibles actos de corrupción de la familia presidencial. No es para menos: es una vieja tradición mexicana, y López Obrador ha resultado ser igual que algunos anteriores gobernantes.

Incluso ha disminuido el respaldo al gobierno por dar apoyos sociales, al caer al 48% de aprobación, con un 34% que ve a los apoyos como negativos. ¿A qué se debe esta nueva suspicacia en torno a los apoyos sociales? Se debe a que se percibe que son el instrumento de Morena para obligar a los beneficiarios a votar a su favor, lo que genera rechazo e indignación social. Incluso entre quienes reciben estos apoyos.

Una encuesta anterior de El Financiero constató que la brecha entre Claudia y Xóchitl se está cerrando, rompiendo con la narrativa de los “más de 20 puntos de diferencia” entre las candidatas. Ahí se constató una diferencia de 16% entre ellas, con la tendencia marcada a cerrarse aún más. Y esa misma encuesta confirma la crisis de credibilidad en las políticas públicas de AMLO y el morenismo.

Volvamos al tema de la coherencia entre los números de las encuestas. Esos altos niveles de rechazo a las políticas del gobierno de López Obrador nos indican que puede venir una severa derrota electoral para el proyecto de la 4ta Transformación. Obviamente existe una opinión abrumadoramente mayoritaria entre los mexicanos de que poco, o nada, ha cambiado con este gobierno. No es revolucionario ni transformador. Incluso, si nos atenemos a los datos, es un gobierno que ha encabezado una regresión en seguridad, economía y bienestar social.

Existe una implacable correspondencia entre logros de gobierno, o falta de ellos, y resultados electorales. Cada día la aprobación presidencial es un dato menos importante para el resultado final. Los ciudadanos votarán con criterio formado e informado por lo que han visto con sus propios ojos. Y lo han dicho sin evasivas en las encuestas.

POR RICARDO PASCOE

COLABORADOR
ricardopascoe@hotmail.com
@rpascoep

MAAZ