COLUMNA INVITADA

Día de la Candelaria

En recuerdo de Fernando Román Guevara Martínez

OPINIÓN

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Rubén Martínez Cisneros / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

El cronista Alberto Barranco Chavarría, nos cuenta en el tomo II de su libro Ciudad de la Nostalgia editado por El Club de Banqueros de México 1999, lo siguiente, “Durante los primeros lustros de la Iglesia Católica, la celebración de la Candelaria o fiesta de las luces, se realizaba el 2 de febrero, justo a los 40 días del nacimiento de Jesús”.

Y agrega el autor de Crónicas de la Ciudad de México, “…la celebración de la Candelaria obligaba a llevar una charola, una bandeja, una cestita o un saco de manta de cielo con velas y semillas de chía y trigo a la bendición especial de las 10 de la mañana en la Catedral”

Vamos un poco atrás, en el folleto Orígenes y Significado de las tradiciones decembrinas, editado por la Dirección de Culturas Populares 1986, encontramos lo siguiente, “El 6 de enero, que conocemos como Día de Reyes, se acostumbre partir una rosa de pan que lleva escondida un haba, que representa la realeza y que ha caído en desuso y una o varias figuras de niños que simbolizan a Jesús. Estas eran originalmente de porcelana”.

Más aún,  “Al partir la rosca, antes se dejaba también un pedazo para el primer pobre que llegara a pedir ayuda”, hay que agregar, mientras los chamacos jugaban con los regalos de Melchor, Gaspar y Baltazar, en la mesa reinaba una suculenta rosca de reyes acompañado de un espumoso y aromático chocolate que los convidados degustaron, aquel que encuentra en su porción una figura está obligado a invitar a todos los invitados a los tamales, verdes, rojos, rajas, piña, acompañados de champurrado y atole de fresa, el 2 de febrero  Día de la Candelaria.

Barranco Chavarría, agrega, “Por Breve del Papa Clemente XII, fechada el 10 de julio de 1731, los fieles que acudían a la Parroquia de San José del 2 de febrero, y tras confesarse, comulgar y escuchar la misa con devoción, visitaran la Capilla de la Candelaria y la Purificación de Nuestra Señora, gozarían de indulgencia plenaria y remisión de pecados”.

Por otra parte, el destino de las velas bendecidas seguía diversos usos, entre ellos solicitar un milagro a la Virgencita, dice Barranco o bien agradecer el nacimiento de una criatura y otras encendidas en la Semana Mayor.

Sebastián Verti, en su libro Tradiciones Mexicanas, agrega lo siguiente, “La estampa escénica de la presentación del Niño en la Parroquia de Coyoacán -con la ofrenda de palomas-precede la bendición de los Niños Dios vestidos de púrpuras y sedas”, Verti nos explica, “Según narra San Lucas, María y José quisieron cumplir con este precepto llevando al Niño, y quisieron hacerlo en Jerusalén. Como eran pobres llevaron por ofrenda dos palomas blancas”.

Por su parte, Luis Everaert Dubernard, concluye “…para rematar en grande, a partir del 2 de febrero, el día de la Candelaria, en el antes pintoresco ´pueblo de ese nombre, contiguo al de Los Reyes, en una celebración que dura una semana”

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS

COLABORADOR

MAAZ